miércoles, 10 de agosto de 2016

¿SANTOS POPULARES & SANTOS OFICIALES?


Tomado de lavanguardia.com

Francesc Pla, el capellanet de Sant Andreu. Falleció joven, en 1918, a los 25 años. Dicen que murió de pena porque no le dejaron ser sacerdote. El caso del capellanet de Sant Andreu encendió la indignación y solidaridad con la familia en el antiguo municipio. Aún hoy, un siglo después, en su nicho nunca faltan las flores. Francesc Pla era seminarista. Su ilusión era ser ordenado sacerdote, pero el obispo de Barcelona de la época, el valenciano Enric Reig, se interpuso en su vocación.

A los oídos del religioso había llegado que la madre del seminarista practicaba el espiritismo, una creencia que en aquellos años tenía muchos seguidores en Sant Andreu, incluso entre miembros honorables de los círculos acomodados e intelectuales de la barriada y eso fue determinante para vetarlo.

Reig hizo llamar al joven seminarista, al que anunció que con los antecedentes de su madre no podía ser ordenado. Aquello hundió en la depresión a Francesc Pla, que al cabo de unos meses falleció, lo que causó una gran conmoción entre los vecinos, que ya desde hacía tiempo apodaban al joven el capellanet por su ya temprana vocación religiosa.

Añade la leyenda que Reig visitaba precisamente Sant Andreu cuando presenció un multitudinario paso fúnebre. Asombrado, preguntó de quién se trataba. Al saber que era el seminarista expulsado, recordó las palabras con las que este se había despedido en su despacho: “Esto será mi muerte y usted verá mi entierro”.

Desde entonces, la tumba del capellanet, en la base circular de la capilla central del cementerio de Sant Andreu, no ha dejado de ser visitada por los devotos de este santo popular. Nunca faltan flores y hasta hace unos pocos años era habitual la presencia de exvotos y otros objetos en el nicho dejados allí por quienes acudían a pedir alguna cosa al seminarista.

4 comentarios:

BromurodeLlodio dijo...

A veces no os entiendo o casi...
(O tal sea porque de esta forma ──irónicamente── relatáis tales incongruencias que las religiones tienen...Los obispos, como siempre, vigilantes de sus gerencias para evitar que les avance el sincretismo; el cuál no reconocen nunca para despistar a aquellos de sus fieles que pudieran tener un atisbo débil en su fe y vieran la ventana abierta del paganismo del que parten.
Cuánto más compleja, habitual (en sus dos formas) y docente, entre otras que me dejo, sea sus religión, tanto más pensarán que se les acerca a la ciencia bajo la que se sospecha. Esto es, que si para inventarse cualquier dios, bien cercano o de alá lejano es bueno crear toda una parafernalia filosófico mutante desde la que partir sinrazón y sin razón razonar todo lo que les venga en gana)

¿Y el obispo, sintió remordimiento de culpabilidad o, por otro lado, todo ese final es leyenda lugareña?

Aún y así, sigo sin comprenderos...muchas veces.

Saludos, camaradas

Juan Moreu dijo...

Yo no me hago tantas pajas... En realidad el capellanet era fruto de una relación entre el obispo y la madre del susodicho. El pitilincho quiso aprovecharse de la situación porque no se jalaba un rosco y pensó que siguiendo los pasos de su padre tendría más fácil acercarse a la hija del panadero que venía dándole calabazas desde el parvulario. Esta, al enterarse, fué a ver al obispo para pedirle que no lo permitiera. Y el mandatario, previo pago de su importe, accedió a los deseos de la hermosa joven. Y así fué como el desdichado capellanet, viendo que ya sólo se podría dedicar sus esfuerzos a los monaguillos y que el obispo se quilaba a su dulcinea decidió poner fin a sus días.
Veis qué sencilla es la historia?

Juan Moreu dijo...

Yo no me hago tantas pajas... En realidad el capellanet era fruto de una relación entre el obispo y la madre del susodicho. El pitilincho quiso aprovecharse de la situación porque no se jalaba un rosco y pensó que siguiendo los pasos de su padre tendría más fácil acercarse a la hija del panadero que venía dándole calabazas desde el parvulario. Esta, al enterarse, fué a ver al obispo para pedirle que no lo permitiera. Y el mandatario, previo pago de su importe, accedió a los deseos de la hermosa joven. Y así fué como el desdichado capellanet, viendo que ya sólo se podría dedicar sus esfuerzos a los monaguillos y que el obispo se quilaba a su dulcinea decidió poner fin a sus días.
Veis qué sencilla es la historia?

BromurodeLlodio dijo...

!Toma¡, no había reparado en esa posibilidad...Será eso, será
:))