jueves, 15 de marzo de 2018

MURIÓ HAWKING

Tomado de elmundo.es

Hawking rechaza de plano todas las creencias religiosas: «En el pasado, antes de que entendiéramos la ciencia, era lógico creer que Dios creó el Universo. Pero ahora la ciencia ofrece una explicación más convincente. Lo que quise decir cuando dije que conoceríamos 'la mente de Dios' era que comprenderíamos todo lo que Dios sería capaz de comprender si acaso existiera. Pero no hay ningún Dios. Soy ateo. La religión cree en los milagros, pero éstos no son compatibles con la ciencia».

El astrofísico ateo estaba convencido de que "el cerebro no es más que un ordenador que dejará de funcionar cuando sus componentes fallen" y de que no hay nada después de la muerte. "El cielo", aseguraba, "es un cuento de hadas para las personas que tienen miedo a la oscuridad". Pero por eso mismo, para Hawking, el sentido de la existencia solo podía derivarse "del valor de nuestras acciones" en este mundo. Desde esta óptica, nadie podrá negar que el astrofísico dio una lección ejemplar con su vida, no sólo como científico volcado en descifrar los misterios más profundos del universo y trasladarlos a toda la sociedad, sino como luchador infatigable contra la condena de su despiadada enfermedad.

Por un lado, tal y como explicaba su colega Roger Penrose, Stephen apuntaló la teoría del Big Bang, al comprobar que el universo pudo surgir espontáneamente de una "singularidad", es decir, un punto de densidad infinita "que no pudo haber provenido de un universo previo". O como le gustaba decir al propio Hawking, "preguntar qué ocurrió antes del Big Bang es cómo preguntar qué hay más al sur del Polo Sur". Posteriormente también demostró cómo, en sus propias palabras, los agujeros negros "no son tan negros" como se creía, en el sentido de que estos sumideros cósmicos, aunque ni siquiera dejan escapar a la luz de su atracción gravitatoria, sí emiten algunas partículas (bautizadas como "radiación Hawking", en honor al nombre de su descubridor).

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