miércoles, 20 de marzo de 2019

OSORO EL CÓMPLICE


tomado de elpais.com

El silencio que V. C. guardó durante más de una década era tan ensordecedor que no podía soportarlo. Explotó cuando tenía 19 años. Su secreto: Eustasio Sánchez Fonseca, Tito, el sacerdote con el que vivía junto con su madre en una comunidad cristiana en Campo de Caso (Asturias), también había abusado de ella desde los cinco hasta los 14 años. "Cuando empecé la universidad en 2002, los recuerdos de los abusos me vinieron como un flashback. No aguanté y lo conté todo. No denuncié. En esos momentos, todavía estás asimilando que alguien te robó la infancia y tienes que poner todo eso en orden antes de poder hacer algo", narra V. C. Su madre cuenta que, a pesar de no denunciar, acudió a pedir ayuda a la Iglesia. “Hablé con un sacerdote amigo mío y consiguió que fuera a hablar con el arzobispo Carlos Osoro. Queríamos que Tito no abusara de más niños. El arzobispo me dijo que hablaría con él. A las semanas, el cura al que pedí consejo me dijo que Tito lo negó. La diócesis no hizo nada y no volví a saber nada más”, relata la madre.

Seis años antes, en 1996, su hermana pequeña de 11 años se intentó suicidar para escapar del terror que sentía cuando supuestamente Sánchez Fonseca la agredía. En la cama del hospital se lo confesó a su madre. Solo lo hizo una vez. "Cuando me contó lo que pasaba se me encogió el corazón. Después, no abrió la boca con la psicóloga del hospital", cuenta C. R., su madre. Después, y durante las diligencias que abrió un juez a causa de una denuncia que puso un familiar, tampoco dijo nada, su madre lo desmintió. "Tenía mucho miedo. No quería que me quitaran la custodia de las niñas y dije que se lo había inventado. Fueron unos momentos horribles", relata C. R. En aquellos días, V. C. no fue capaz de contar que Sánchez Fonseca hacía lo mismo con ella. "El caso se archivó y lo increíble es que Tito siguió abusando de las niñas", dice la madre.

Osoro, actual arzobispo y cardenal de Madrid, asevera que no recuerda haberse reunido con ella y tampoco tiene constancia de aquel caso. “Fue hace 17 años y dice que no le suena el nombre del sacerdote ni de las víctimas”, afirma un portavoz del obispado madrileño. No fue la última vez que V.C. pidió ayuda a la Iglesia. En 2015, tras años de terapia y, como ella cuenta, con menos vergüenza y más valor, escribió una carta al actual arzobispo, Jesús Sanz. En la misiva le narraba el mismo episodio que 13 años antes llevó su madre al obispado. Meses después Sanz la recibió con el escrito en la mano. “Me dijo que era mi palabra contra la suya. Incluso me habló de que era un sacerdote muy querido y muy adelantado a su tiempo”, cuenta V.C. La archidiócesis de Oviedo afirmó hace unos meses que no abrió un proceso como dicta el código canónico.

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