domingo, 7 de julio de 2019

EL VATICANO NO GUSTA DEL ANO

Tomado de elpais.com

El 10 de junio pasado la Congregación para la Educación Católica hizo público un documento titulado Varón y hembra los creó. Para una vía de diálogo sobre la cuestión del ‘gender’ (género) en la educación, en el que se sumaba a las condenas contra la “ideología de género” que vienen haciendo al unísono, en cómplice alianza y plena sintonía, los partidos políticos de la derecha y de la extrema derecha, la mayoría de los obispos católicos del mundo —incluidos los españoles, quizá los más radicales—, las organizaciones educativas católicas, las organizaciones provida y un amplio sector de “los evangélicos”, preferentemente en América Latina.

El texto responsabiliza a la “ideología de género” de contribuir a desestabilizar la familia, vaciarla de su fundamento antropológico, cancelar la diferencia sexual y la reciprocidad natural entre el hombre y la mujer, y conducir a proyectos educativos que promueven una intimidad afectiva desvinculada de la diversidad biológica. Sitúa a la sexualidad en el centro como elemento básico configurador y constitutivo de la personalidad, al tiempo que presenta la diversidad sexual hombre-mujer aneja a la complementariedad de los dos sexos.

No hay diálogo con la psicología, ni la ciencia, como demuestra la ausencia de citas que no sean las del magisterio eclesiástico en un ejercicio de solipsismo intelectual. Tampoco se escuchan las experiencias de sufrimiento, marginación, invisibilidad y vergüenza de las personas LGTBI, ni sus historias de dignidad y liberación. No se escucha el grito cada vez más fuerte de las personas y comunidades LGTBI católicas que reclaman, con todo derecho y legitimidad, su reconocimiento de hijas e hijos de Dios, su dignidad de personas bautizadas y miembros del pueblo de Dios.

Así, Crismhom critica la visión monolítica y carente de fundamento científico de la declaración vaticana. A su juicio es “un triste documento, inmovilista, desinformado, autorreferencial e inane que va a ahondar todavía más la brecha entre la Iglesia y la sociedad, que puede contribuir al rechazo y violencia contra las personas LGTBI, que quiere inducir a la invisibilidad y desconocimiento de la realidad LGTBI en el ámbito educativo y puede aumentar el sufrimiento de las personas LGTBI católicas y sus familias”.

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