jueves, 7 de noviembre de 2019

LA IMPUNIDAD DE LOS RELIGIOSOS ABUSADORES

Tomado de eldiario.es

La mayoría de ellos ha tardado entre 40 y 60 años en confesar que sufrieron abusos sexuales en los centros religiosos donde estudiaban. En la mayoría de las ocasiones, las víctimas no superaban los 12 años. Uno de los denunciantes solo tenía 8 años cuando sufrió los abusos. En Navarra se han denunciado 18 casos de abusos sexuales a manos de la Iglesia entre los años 50 y 72, aunque saben, porque lo han vivido o se lo han contado, que hay muchos más. De todos ellos, nueve se han unido en la Asociación de Víctimas de Abusos en centros religiosos de Navarra. Algunos de sus testimonios, con los nombres de los agresores y agresoras, han sido ya publicados en diversos medios de comunicación. En esta ocasión, comparecieron el pasado 9 de octubre en la Comisión de Relaciones Ciudadanas del Parlamento de Navarra -sin presencia de los medios de comunicación- para trasladar sus testimonios y pedir una mayor educación afectivo-sexual de los menores, así como que "no prescriba el encubrimiento" de estos casos.

Las personas comparecientes aseguran que han "pasado de una fase inicial de víctimas a una fase actual de denunciantes": "Nosotros no queremos ser víctimas. No tenemos por qué pasar vergüenza, vergüenza tiene que pasar el que abusó de nosotros y quienes les han amparado". A pesar de que los delitos ya han prescrito, exigen que "no prescriba el encubrimiento" porque "las instituciones religiosas tienen datos, archivos, saben cuándo se ha trasladado a uno, por qué razón lo trasladaron... Eso es encubrimiento. Por supuesto, la mayor parte de la gente que hizo pederastia arqueológica ha muerto, pero otros no". Advierten de que sus testimonios solo son "la punta del iceberg. Solo un 2% de los abusados se asoman fuera". Reconocen que para ellos, el poder contar su historia "es curativo" y piden que "por favor, todo aquel que haya sufrido abusos, lo denuncie".

Sufrió los abusos sexuales con tan solo 9 años, en el curso 58/59, delante de toda la clase: "Nos metía la mano por aquellos ridículos pantalones cortísimos que estaban de moda, nos sacaba el pene y nos acariciaba delante de todos. Nunca lo hablamos entre nosotros. Había una vergüenza individual que se hacía colectiva". El mismo agresor abusó de él durante las clases de marquetería. Explica que era tan pequeño que todavía no sabía que eso pudiese tener una función sexual y "mucho menos entendía que eso le pudiese dar placer a nadie. Eramos niños abusados e ignorantes". Asegura que los rumores de abusos eran numerosos, que vio cómo ocurrían en numerosas ocasiones, y que "eran tan frecuentes" que considera "increíble que fuera desconocido entre el colectivo de los hermanos". Confiesa que no lo denunció en casa porque suponía que no le iban a creer: "Vivíamos en un catolicismo autoritario tanto en casa como en el colegio. La dictadura daba impunidad a nuestros abusadores. Temíamos realizar la denuncia porque nos echarían del colegio y tal vez tomaban represalias contra nuestros padres". No pudo contar lo ocurrido hasta los 60 años.

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