sábado, 7 de junio de 2025

LA ESPAÑA QUE REIVINDICA AGUIRRE

Tomado de publico.es

Me meten allí porque soy roja", afirma con toda contundencia en conversación telefónica Paca Blanco, la Brava. Ella es una de las supervivientes del Patronato de Protección a la Mujer, un organismo de sarcástico nombre —cuya presidenta fue Carmen Polo, la Collares, esposa del dictador— adscrito al Ministerio de Justicia y gestionado por órdenes religiosas, de monjas, que desde el año 1941 hasta el 1985, cuando fue disuelto, se dedicó a oprimir a las mujeres y a imponerles los valores del nacionalcatolicismo en un país arrasado. "Podía haber sido abogada, periodista, presidenta del Gobierno… No soy creyente, y la vida que he tenido, me la jodieron por intentar hacer de mí lo que no era. Soy idealista", añade la Brava.

Los métodos empleados en muchos casos por las monjas, bajo la guía y a las órdenes del Estado franquista —e incluso, a partir de 1978, del Estado Constitucional—, implicaban vejaciones que hoy se llamarían sin duda violaciones de los derechos humanos, según han expuesto las supervivientes y han confirmado diferentes investigadoras y académicas en varios volúmenes.

Afortunadamente, en los tres últimos años, estamos avanzando mucho en la investigación y en acciones y en divulgación. Hoy sabemos lo suficiente para sabe que existió una institución del ministerio de Justicia, basada en razones de [aplicar una] moral sexual a las mujeres jóvenes en la que se practicaron adopciones forzadas, robos de bebés, [partos sin garantías sanitarias] se aplicó una pedagogía correccional, existen manuales con ese término, [que implicaba] humillaciones, castigos y encierros sin juicios ni sentencia.

Existía una violencia institucional. Todo dependía de ministerio de Justicia. Había educación religiosa, trabajos forzados. Se cosía, se tejía, se hacían alfombras". Hubo también empresas privadas que se beneficiaron.

El patronato se convirtió en una de tantas herramientas de la dictadura para controlar a la población femenina, a toda aquella que contradijera el modelo de esposa, madre y cristiana ejemplar impuesto por la dictadura. Se encierra a gente de los 16 a los 25 años, aunque hemos constatado también niñas de 12 años, [y se hace] por los motivos [más peregrinos]: pasear por la calle de la mano de un chico, manifestar una ideología contraria al régimen, ser lesbiana o parecerlo, mantener sexo fuera del matrimonio o, incluso, ser violada por un familiar

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