Tomado de elpais.com
Cada año, al enfrentarse a la declaración de la renta, millones de contribuyentes se topan con una decisión tan breve como simbólica: marcar o no la casilla de la Iglesia católica. Marcar esa X no implica pagar más ni recibir menos, pero el gesto tiene algo de reflejo ideológico, tradición heredada, acto de fe o simple inercia. Desde hace casi cuatro décadas, esa casilla es una especie de termómetro de la relación entre religión y la sociedad española. Al principio, la marcaban el 22% de los declarantes. Hoy, apenas lo hace el 10%.
Pese a ello, desde hace una década, los ingresos que recibe la Iglesia no han dejado de subir. ¿El motivo? No es que haya proporcionalmente más creyentes, sino que hay más dinero. Es decir, aunque la proporción de contribuyentes religiosos ha bajado, la recaudación total a través del IRPF ha aumentado de forma constante hasta los 131 millones de euros en 2023, último ejercicio para el que la Agencia Tributaria ofrece datos disponibles desde hace unas semanas, unas cifras que por ahora son provisionales. En total, son unos 2,4 millones de personas.
Desde la Conferencia Episcopal engordan las cifras, ya que en sus cálculos meten también a quienes marcan la casilla doble, que incluye tanto las asignaciones a favor de la Iglesia como de los fines sociales. Sumando los dos conceptos, el porcentaje de contribuyentes asciende en 2023 al 31%. En la tercera casilla, que únicamente contempla los fines sociales, el universo de contribuyentes llega también al 31%. El resto corresponde a aquellos que no ponen ninguna X, cuyos recursos van a parar a los Presupuestos Generales del Estado sin concretar ninguna partida social. Son mayoría y van a más año tras año.
*Conclusión: no marcar nada*
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