
Copiado del blog:
http://pelladegofio.blogspot.com/2009/08/puestos-no-besarnos.html
BLOG PARA TODOS AQUELLOS QUE QUIERAN PONER A PARIR A LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA INDEPENDIENTEMENTE DE SU CONDICIÓN SOCIAL, SEXUAL Y RELIGIOSA
"El misterio entorno al cual gira espiritualidad del Instituto del Verbo Encarnado es la Encarnación del Hijo de Dios. De este acontecimiento histórico, por el que Dios se automanifiesta al hombre haciéndose hombre, surge su misión en la Iglesia: inculturar el Evangelio, prolongando la Encarnación en todo hombre y en todas las manifestaciones del hombre. La congregación es clerical aunque también acoge en su seno hermanos religiosos no sacerdotes. Junto a los religiosos apostólicos surgen los religiosos contemplativos en 1988, con la misión específica de dedicación al culto divino y la oración constante, el trabajo y el apostolado de la presencia. Actualmente tienen cinco monasterios contemplativos.
El fin propio del Instituto es la inculturación del Evangelio por el que se busca la gloria del Dios Altísimo y la salvación de las almas. Bajo la acción del Espíritu Santo se afanan en la edificación de la Iglesia y la salvación del mundo a través de eficaces y numerosos medios de apostolado con el fin de evangelizar la cultura actual, tan alejada de Dios Nuestro Padre. Se proponen por lo tanto reparar la descristianización de la cultura. Entre sus formas de apostolado destacan la predicación de la Palabra, el estudio y la enseñanza de la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio eclesiástico, las misiones populares, los ejercicios espirituales ignacianos, la formación cristiana de los más jóvenes y el ejercicio de la caridad en diversas obras de misericordia.
Característica peculiar del joven Instituto es su voto de esclavitud mariana. Junto a los tradicionales consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia, los religiosos se consagran a María, modelo, forma y guía de sus afanes apostólicos y sobre todo Madre Admirable y ejemplo de docilidad al Espíritu Santo. También destacan en estos tiempos donde la desobediencia está a la orden del día, por su fidelidad al Sucesor de Pedro al que veneran y aman: donde está Pedro, allí está la Iglesia."
"Yo quería a ese niño más que a nada, pero no lo iba a traer a este mundo sabiendo que lo único que le esperaba era dolor", continúa. Llora, y se enfada, al recordarlo todo de nuevo. "Eso no se le hace a un hijo. Como madre, tomé la decisión que creí mejor. Me hace gracia todo lo que he tenido que escuchar durante estos meses por parte de la Iglesia católica sobre el aborto. A mí que me excomulguen si quieren, pero estoy tranquila. Hice lo que me dictó mi conciencia".
Si el anteproyecto de ley del Gobierno se mantiene hasta el final tal y como está redactado, casos como éste quedarán cubiertos. Pero Gemma teme que la presión de los sectores antiabortistas provoque un cambio en el trámite parlamentario. Por eso sigue alzando la voz. "Quiero ser la última a la que la sanidad española da la espalda", dice.
Todos los ginecólogos que la habían visto durante el embarazo le habían dicho que el feto estaba perfecto. Hasta el octavo mes. "Me dieron la mala noticia el 14 de abril de 2008. El médico que me estaba haciendo la ecografía se quedó de pronto pasmado mirando la pantalla. 'Vístete rápido y hablamos', me dijo. Pensé que el bebé había muerto. El ginecólogo me explicó después que estaba vivo pero mal, muy enfermo".
Al bebé, que ya tenía nombre, Joel, le diagnosticaron "agenesia total de cuerpo calloso" y "ventriculomegalia en ambos ventrículos". No tenía conectadas la parte izquierda y la derecha del cerebro y sus ventrículos se dilataban a marchas forzadas. "Me dijeron que no se podía curar, que viviría entre un día y cinco años, que estaría ciego, sordo e inmóvil y que padecería un grave retraso. Iba a ser un vegetal".
Los médicos le aseguraron que no podían hacer nada porque la ley española sólo permite los abortos por malformación fetal hasta la semana 22. Después de llamar a un sinfín de clínicas privadas, en una de ellas le hablaron, finalmente, de Francia. Gemma y su madre cogieron el coche y se marcharon a Rennes. Allí vivía un amigo que las alojó, cuidó y ayudó con el idioma. Días después, y en visita relámpago, llego su marido, a quien no habían dado permiso en el trabajo para acompañarla.
El comité médico de la maternidad de Rennes autorizó la intervención por la gravedad de la enfermedad del feto. A partir de ese momento, el apoyo fue total. "Tenía un psicólogo día y noche. Fue muy duro, pero me sentí muy acompañada. Allí el tema no es tabú, como aquí, ni tienes que pedir perdón".