Ante la lectura de la carta de monseñor Demetrio Fernández González, desde la Asamblea de Mujeres de Córdoba YERBABUENA, de la que formo parte, quiero manifestar:
Me alegra ser ciudadana en una sociedad democrática, aunque aún no laica, y me congratulo con cuantas ciudadanas y ciudadanos nos empeñamos en su avance para hacerla cada día más justa, más libre y, por ello, más feliz.
Esta democracia permite que una Institución como la Iglesia Católica pueda difundir a través de sus acciones y escritos, sus principios antidemocráticos, anticientíficos y antihistóricos; eludiendo, consciente e interesadamente, el sufrimiento de muchos seres humanos. Entre ellos, el de las mujeres sometidas (en muchas ocasiones en esa familia, que tanto defiende) a una violencia permanente y que, demasiadas veces, acaban asesinadas, y también, el de la infancia que se desarrolla en ese ambiente familiar o es presa fácil para indeseables pederastas, de lo que, por cierto, la Institución a la que representa, tiene mucho por lo que arrepentirse. Con su carta pastoral, señor obispo, seguís demostrando que estáis explícitamente en contra de la sustancial libertad de las personas para hacernos dueñas de nuestro propio destino.
Afortunadamente cada día somos más quienes, ya, no nos dejamos engañar por ingenuos cuentos navideños.
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