Dicen de los verdugos que el peor trago es el primer ajusticiado al que le meten mano. Los asesinos y los violadores en serie están también de acuerdo con sus colegas legales en que eso de violar y matar a más seres humanos pierde toda trascendencia con la costumbre.
Por idéntica razón, poseer el mayor imperio inmobiliario y la fortuna más fabulosa del planeta en obras de arte no es óbice para convertirse en el mejor predicador de las bienaventuranzas: bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, los pobres de espíritu, los mansos… porque de ellos será el reino de los Cielos.
Así que, si vives en palacios dorados y gobiernas una de las más grandes multinacionales, y a pesar de ello eres capaz de predicar cínicamente la pobreza y la sumisión, es que ya estás preparado para empresas de mayor envergadura. El cliente más difícil es el primero, el resto ya no duelen.
Es decir, aunque seas inmensamente rico podrás vender los beneficios de ser pobre; aunque consideres la soltería y la virginidad como el estadio superior del ser humano, estás autorizado a defender con uñas y dientes el matrimonio y la familia como un bien superior en la organización social; aunque no te presentes a las elecciones, estás en condiciones de decidir sobre la legalidad de las leyes civiles. Como dice Rouco: “No es verdad que la democracia pueda funcionar bien como mero juego de mayorías y minorías”.
Manolo Saco. Diario "PÚBLICO". 22-4-2009
1 comentario:
Estupendo artículo. Lo del Espíritu Santo travestido de palomica y silbando al oído de los purpurados... impagable.
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