En un mundo y en un país donde por las mañanas nos sirven a diario el zumo de rata de la ultraderecha con mucho azúcar; donde los neofascistas han entrado en las instituciones como una estampida de ganado a un museo, porque así lo ha querido por interés y cobardía el Partido Popular; donde esos demagogos con poco que decir, siempre entre la patria y la patraña, se dedican por igual a soltar estupideces y a hacer barbaridades que van desde eliminar concejalías de Igualdad o negar que exista la violencia de género hasta prohibir o censurar libros, obras de teatro y actos culturales como si ya hubiéramos retrocedido a los tiempos de la dictadura que añoran porque la cabeza no les da más que para embestir; o donde un municipal se siente con autoridad para interrumpir un concierto y ordenar a la artista cubrirse, bajo la amenaza de ser detenida si desobedece; en este contexto donde los extremistas, con sus socios mirando para otra parte y tirando balones fuera, quieren pintar delante de cada mujer una línea roja, a partir de aquí sólo pueden pasar los hombres, el puñetazo en la mesa / que ha dado Eva Amaral / suena a rayo que no cesa / y a música celestial. Y lo pongo así, en un ripio en consonante, por si la musicalidad pudiese ayudar a las y los más duros de oído a entenderlo y a que no se les olvide.
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