domingo, 24 de diciembre de 2023

ESPAÑA EXPORTADOR DE ARMAS Y DE PEDERASTAS

Tomado de elpais.com

Desde que fue abusado, a Fredo Killing le resultó insoportable la idea de asistir al colegio. Empezó a faltar a clases y después se ausentó para siempre. Cuando cursaba quinto de bachillerato, el cura español Jesús Andrés Vela inició el asedio. Primero lo halagó con regalos y luego le ordenaba en papelitos que abandonara la clase y se presentara en su habitación. Si estuviera vivo, Jesús Andrés Vela sería juzgado como lo ordena la ley, pero murió en 2017. Hace 55 años el cura visitaba esporádicamente Santiago de Chile y aprovechaba para abusar de menores de edad. La Compañía de Jesús acaba de comprobar cinco casos de violaciones del sacerdote.

Fredo había tratado de huir de sus recuerdos, pero en cada pisada sobre la tierra volvían a aparecer. Estudiaba en el San Ignacio Alonso Ovalle, un colegio jesuita en Santiago; tenía entre 15 y 16 años de edad. Un día, a mitad de clase, el cura Jesús Andrés Vela le envió un mensaje a Fredo. Quería que fuese a su habitación para, supuestamente, darle orientación espiritual. Se había ganado su confianza: cada vez que el cura volvía de Colombia le llevaba souvenirs y lo invitaba para que ambos, en compañía de otros jóvenes, asistieran a retiros espirituales en fincas cercanas. En una ocasión, el sacerdote le pidió que observara unos grabados puestos sobre el escritorio. De pie, el cura se le aproximó tanto, por detrás, que Fredo se sintió muy incómodo y salió de allí tan pronto como pudo. Acudió a la habitación por segunda vez y, aunque no recuerda las palabras del cura, el abuso que sufrió no sabe de olvidos: Jesús Andrés Vela dejó un libro sobre el escritorio y le pidió a Fredo hojearlo. Se puso detrás de él, sin dejarle posibilidad de zafarse, y comenzó a restregarse contra el cuerpo de Fredo.

—Sentí que el tipo tuvo una erección, era obvio. En un momento, me apretó más fuerte contra el escritorio y tuvo un orgasmo. Quedé espantado —recuerda.

Salió y no volvió nunca más a la habitación de ese hombre, al que consideró “una persona buena” hasta el día del abuso. Estaba confundido, su rendimiento en el colegio comenzó a bajar, mentía para no ir a clases y, en mitad del año escolar, decidió retirarse definitivamente para no regresar ni a ese ni a ningún otro colegio. Solo le faltaba un año para terminar el bachillerato. Sus padres le contrataron profesores particulares para que culminara los estudios y asistió a exámenes libres. Sin embargo, a nadie reveló sus razones ocultas. Habló por primera vez del tema con su hermano después de mucho tiempo.

—Uno siente vergüenza. Uno dice: “¿Cómo pudo pasar esto?”. Me sentí violado, mi confianza en él fue violada —dice por teléfono desde Colorado, Estados Unidos, donde vive actualmente.

Fredo tiene hoy 71 años y no es la única víctima. El primer denunciante dio a conocer su caso a EL PAÍS en junio pasado. En idénticas circunstancias, el mismo cura Jesús Andrés Vela abusó de Felipe Cáceres Pizarro. Nadie había insinuado públicamente siquiera una sospecha en contra del clérigo que falleció a los 93 años en Colombia, donde fue director de la Casa Ignaciana de Juventud en Bogotá y profesor de Teología de la Universidad Javeriana. Gurú en temas pastorales y misioneros de la iglesia, había publicado ocho libros. Nació en 1924 en Salamanca y se estableció en Colombia, aunque antes había estudiado en Brasil. Cuando visitaba Chile, impartía talleres a padres de familia, estudiantes y a otros curas.

Felipe Cáceres había denunciado su abuso en 2019 ante los jesuitas chilenos, pero pasaron años y su causa permaneció engavetada. En 2022 viajó a Colombia para hablar con el provincial de los jesuitas y fue cuando se enteró de que Jesús Andrés Vela ya había muerto.

La investigación por la Compañía de Jesús en Chile se inició el 26 de julio pasado, un mes después de la denuncia de EL PAÍS. Fue encargada a Waldo Bown, abogado penalista contratado por los jesuitas chilenos. Bown recibió la declaración de seis denunciantes hombres, pero determinó la plausibilidad de abuso sexual en cinco casos. Uno de ellos, según el comunicado emitido por los jesuitas, “no pudo ser corroborado por no contar con antecedentes suficientes”. Los hallazgos de la investigación ratifican las acusaciones de violación que se dieron entre 1965 y 1969 denunciadas por este diario el pasado junio con el caso de Felipe Cáceres.

Bown había investigado al sacerdote Renato Poblete, muerto también, y lo encontró culpable de abusar de 22 mujeres, entre las que se encontraban cuatro menores de edad. El cura Poblete era toda una celebridad en Chile: había una estatua de él en un parque fluvial que llevaba su nombre y, en 2009, fue condecorado por la presidenta Michelle Bachelet con el Premio Bicentenario. Tras las denuncias, el Gobierno de Chile retiró el premio, la estatua de bronce, las placas y el nombre del parque. El abogado laico también investigó y halló responsable de abusos sexuales al sacerdote Jaime Guzmán Astaburuaga, quien fue expulsado de la congregación.

El resultado de la investigación por el caso de Jesús Andrés Vela fue enviado a la Provincia de Colombia, donde también debería ser investigado. “Nos causa profundo dolor la ocurrencia de hechos como estos, más aún cuando han ocurrido al interior de nuestras instituciones. Manifestamos nuestro pesar y condenamos cualquier tipo de abuso”, se lee en el comunicado de los jesuitas chilenos.

Hasta el momento, la Compañía de Jesús de Chile no ha pagado a las víctimas ninguna indemnización, solo les ha ofrecido “terapias psicológicas” gratuitas por un periodo de dos años. Para Cáceres es satisfactorio que hayan encontrado más casos. “Yo tenía la sospecha de que no era el único, pero era más de lo que yo pensaba”, dice Felipe, quien recalca que hay otras víctimas que no quisieron declarar.

Cuando ocurrieron los hechos, las víctimas tenían entre 13 y 15 años. Hoy, son hombres entre los 68 y 72. Fredo Killing dice que nunca olvidará ese agrio momento hasta el día que se muera. “Para mí lo importante es que se sepa la verdad, que ese sacerdote no aparezca como una eminencia, como un santo, porque no lo es. Es un pedófilo”, sentencia.

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