domingo, 14 de junio de 2009

ROUCO LAMENTA EL ALTO GRADO DE ACEPTACIÓN SOCIAL DEL ABORTO


El cardenal Antonio María Rouco aprovechó este domingo gran parte de su homilía del Corpus Christi, pronunciada en la madrileña Plaza de Oriente, para clamar de nuevo contra "la trágica situación de los que van a nacer y no tienen garantizado el derecho a la vida". El presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Madrid animó a sus fieles a "no cerrar los ojos a esa realidad lacerante, cruel y dramática que les circunda". "Lo más triste" de lo que está sucediendo es "el grado de aceptación social del aborto por amplios sectores de la opinión pública", remachó.
"Las nuevas legislaciones en vez de rectificar este curso fatídico del ordenamiento jurídico en el sentido de un pleno reconocimiento del derecho a la vida, lo que hacen es disponerse a ampliar y a facilitar los cauces legales para esa práctica", explicó en referencia a la reforma de la vigente ley del aborto voluntario que promueve el Gobierno. "Es una práctica terriblemente deshumanizadora para la mujer afectada y para la sociedad que la permite, tolera y acoge sin remordimientos", añadió el prelado ante miles de fieles.
Tras la finalización de la misa, el cardenal condujo la procesión del Corpus por el centro de la capital ACOMPAÑADO POR AUTORIDADES CIVILES Y MILITARES.

2 comentarios:

Albino dijo...

Llovía, pero no lo bastante, chuzos, rayos y pedruscos tenían que caerle en la cabeza y ¡japos!, al macabro personajillo, protector de curas pederastas, individuo de sesgada moral que en la capital del reyno se siente entre ángeles: el opus por un lado, los legionarios de cristo por otro, Aguirre Gil de Biedma (sí, sobrina de Jaime), al frente, los coros de federico y las danzas de vidal a la derecha.
¡A cántaros, tine que llover a cántaros!
¿De quién era la canción?

azotacuras dijo...

De Pablo Guerrero, extremeño, y al que estoy seguro que no le importaría que fuera usada para pedir que a Rouco no solo le lloviera a cántaros, sino que incluso le llovieran cántaros y le abrieran la cabeza. Así veríamos que coño tienen esa gente en el cerebro, aunque ya nos lo podemos imaginar.