Tomado de elconfidencial.com
F.L. envió al Vaticano el 30 de noviembre de 2014, una misiva en la que relata los abusos sexuales que sufrió a manos del exsacerdote leonés José Manuel Ramos Gordón entre 1988 y 1989. Los abusos se produjeron hace casi tres décadas, cuando F.L. era menor de edad, pero estos no se conocieron hasta que el pasado enero 'La Opinión de Zamora' destapó el caso. La Dióceseis de Astorga, de la que depende el exsacerdote, explicó entonces que el acusado había reconocido los hechos, pedido perdón al denunciante y renunciado a sus cargos eclesiásticos.
Por el momento, la Santa Sede ha recibido al menos dos cartas de hombres que acusan al exsacerdote de abusos sexuales cuando eran alumnos suyos. De todos modos, ambos aseguran que el número de víctimas que guardan silencio es mucho mayor. Y prueba de ello es que el pasado febrero 29 exalumnos de Ramos Gordón se manifestaron frente a la diócesis de Astorga para pedir justicia.
Un exalumno del Colegio Juan XXIII aseguró que Ramos Gordón había abusado de él cuando estudiaba en este centro, entre 1981 y 1984. En aquella época, el denunciante también era menor de edad. Al igual que F.L., este segundo hombre envió una carta al Vaticano explicando lo ocurrido, misiva en la que señalaba los nombres de otros alumnos que también habrían sido víctimas de abusos sexuales por parte del profesor. En el texto, exigía además que se juzgase a quienes "encubrieron" los hechos, apuntando en este sentido a que los abusos eran "de dominio público en el colegio y en localidades limítrofes".
"Aún puedo sentir el silencio de la noche de aquel dormitorio, el frío pero suave tacto de D. José Manuel Ramos despertándome. Allí, arrodillado en un lateral de la cama, suavemente me iba tocando los muslos, mis nalgas, con mucha delicadeza, despacio para que no me despertase. Todo era silencio mientras su mano avanzaba hacia mi pene", describe F.L. en la carta que envió al Vaticano en 2014.
"Los abusos por parte de D. José Manuel continuaban, tanto hacia mi persona como hacia mi hermano y hacia dos compañeros más. Tras hablarlo entre nosotros, decidimos contárselo (con mucha incertidumbre) al rector D. Gregorio, que quedó atónito ante las palabras de mi hermano y compañeros (he de decir que fueron más valientes que yo, ya que llegado el momento, me entró pánico y no entré). El rector ojiplático solo podía preguntarles '¿qué os toca?, ¿qué os toca?'". Tanto F.L. como sus compañeros pensaron que aquella visita al rector pondría fin a los abusos, pero no fue así.
La Congregación para la Doctrina de la Fe, que depende de la Santa Sede, llevó a cabo un "proceso administrativo penal" después de tener conocimiento de los hechos en 2014, ignorando así "la prescripción civil y canónica" de los abusos. Aunque en el comunicado se limitaban a decir que dicho proceso culminó con "la pena pertinente", desde la diócesis explican a El Confidencial que el 'castigo' consistió en la privación del oficio de párroco durante "un periodo no inferior a un año".
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