“Cuéntales que has estado en un lugar donde no hay comida, donde no tienen agua, ni escuelas, ni clínicas”.
“Cuéntales que has estado en ese lugar. La gente no será capaz de creer que existe un lugar así en la tierra.”
Esto es lo que los ancianos de un poblado etíope cercano a la frontera con Somalia me contaban cuando les pregunté si tenían algún mensaje para la gente que leería el blog.
Tristemente, existen muchos lugares como este en el Cuerno de África.
Millones de personas continúan enfrentados al riesgo del hambre y parece muy probable que la situación empeore en los próximos meses.
Un paisaje transformado
Antes de visitar los campos de refugiados quería visitar los poblados etíopes cerca de la frontera con Somalia para conocer y hablar con la gente a la que más ha afectado la sequía.
Llegamos a Bardale para encontrarnos con los ancianos en una de las reuniones que celebran en el poblado. Los debates se centraban en la terrible situación provocada por la falta de lluvia.
“Esta zona estéril, seca y cubierta de polvo donde estamos sentados solía ser verde y llena de una vegetación exuberante. Durante los últimos 4 años, se han convertido en un desierto delante de nuestros ojos”, explicaba uno de los ancianos.
Ahora los cadáveres del ganado están dispersos en el paisaje.
Y los que no han muerto por la sequía lo hacen por comer las bolsas de plástico que se quedan pegadas a las ramas y los arbustos. Para los animales hambrientos, las bolsas deben parecerles hojas frescas”.
El ganado es normalmente el único recurso de vida para la gente que vive en Bardale. Muchos hombres dicen que el número de animales ha decrecido muy rápidamente, primero fue muriendo el ganado que solía pastar en el campo, después las cabras y finalmente las ovejas.
“Ni siquiera podemos venderlas, el precio del mercado está ahora a mitad de lo que estaba el año pasado y apenas hay compradores que quieran este débil ganado”, nos cuenta un hombre.
La pérdida del ganado significa que mucha gente en Bardale no puede disfrutar de las comidas de un día viéndose forzados a presenciar como la salud de sus hijos se va deteriorando por la falta de alimentos.
Debe ser agonizante para sus padres. ¿Qué le dirías a tu hijo o tu hija si te pidiesen la cena sabiendo que no hay nada que darles?
Buscando vías para sobrevivir
A pesar del hecho de que incluso los más mayores nos contaban que nunca habian vivido una situación así de horrible, la determinación y fuerza para buscar soluciones es tremendamente inspiradora.
Ya que la mayoría son analfabetos y sin ningún tipo de formación, trasladarse a otras zonas para buscar trabajo se hace muy difícil.
Perforar la tierra en busca de agua y hacer pozos es muy caro, el agua está muy profunda y está muy salada.
Aunque agradecen profundamente los esfuerzos y la ayuda de la comunidad humanitaria, son lo suficientemente sabios como para saber que las cisternas de agua y las distribuciones de alimentos son solo soluciones temporales.
No hay mucho que puedan hacer ya en este punto de la sequía, aparte de esperar que los cielos se abran y llegue la lluvia.
Las previsiones para los próximos meses nos son muy esperanzadoras y la mayoría de la gente se resigna frente al hecho de que no habrá nueva cosecha hasta el próximo año.
Incluso si la cosecha es buena, seguirá siendo escasa.
Mientras que la atención de los medios se centra en la vida en los campos de refugiados, la situación en muchos poblados en los que permanece la gente es igual de desesperada.
Después de llegar a Bardale, quedó totalmente claro que queda mucho trabajo por hacer si queremos evitar una gran catástrofe. Aún mayor de la que estamos asistiendo. Y escuchar a los ancianos de este lugar no puede dar más fuerza para seguir trabajando.
Un texto que nuestro compañero Khurram Masood ha compartido desde Etiopía.
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