César Alierta, presidente de Telefónica, está esperando una ‘señal’ del Rey para destituir a Iñaki Urdangarin del cargo que le otorgó en el 2009. El monarca le pidió al empresario que le cediese un puesto a su yerno en EEUU para alejarle del presunto entramado financiero que había creado para evadir impuestos. Urdangarin y sus vínculos con el Barça
La “conducta no ejemplar” de Iñaki Urdangarin, su alejamiento de la Familia Real y su previsible imputación han encendido las luces de alarma en la multinacional que preside César Alierta. Temen por el daño que el yerno de el Rey puede hacer a la imagen de la compañía simplemente por trabajar con ellos. Pese a todo, el presidente de Telefónica no forzará su destitución hasta que se lo pida expresamente Don Juan Carlos.
“Si la Casa del Rey pidió a Telefónica que contratase a Urdangarín y lo enviase a Washington, también tiene que ser la Casa del Rey la que le diga a Telefónica cuándo debe destituirlo. Y mientras eso no ocurra, Alierta no moverá un dedo porque está atado de pies y manos”, señalan fuentes próximas a la Casa Real. “La compañía no fichó libremente a Urdangarín; fue una decisión política, una cuestión de Estado. Y tampoco le puede despedir sin el consentimiento del Rey”, añaden las mismas fuentes.
2 comentarios:
¡Qué bonita y edificante historia!
El Rey de Reino de España, colocando a los yernos reales (bueno, a marichalar no le hacía falta, que ya se "colocaba" el solito). Es acojonante, Su Majestad pidiéndole al Presi de Telefónica un buen colocón para Urtangarín, a ser posible fuera de España, que aquí ya ha montado un entramado de fraude y corrupción que te cagas por la pata abajo, y el somarde de Telefónica asumiendo el mandato real. Por cierto, lo del Rey se llama encubrimiento y es delito en toda tierra de garbanzos, pero claro, El Rey no comparte con el resto de los mortales los garbanzos, así que es "intocable" y así lo ampara nuestra democrática Constitución.
Y aún habrá gente que siga diciendo que no es monárquica pero sí juancarlista. Sí hombre! carlista a secas...
¡Manda güevos lo bella que es nuestra democracia!
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