lunes, 2 de septiembre de 2019

LAS ESCLAVAS DEL BUEN PASTOR

Tomado de cadenaser.com

“El trabajo forzado nunca está justificado, las monjas debían darnos amor, apoyo, ayuda, educación… pero nunca fui a una escuela, jamás, y tenía catorce años. Nunca íbamos a dormir. La hermana venía cada noche a dame unas pastillas. El día en el que yo estaba cansada me mandaban a trabajar igualmente. Había máquinas eléctricas, pero no me podía ni sentar delante porque estaba mareada todo el rato. Nos designaron un número que estaba en nuestra ropa y en nuestras compresas. Cuando teníamos la regla lo teníamos que escribir en una pizarra para que todo el mundo lo supiera.

Si nos poníamos malas nos daban quizás una aspirina, pero nada más. No había tiempo para ponerse mala o quedarse en la cama. No aprendimos nada útil, sólo a obedecer. Si decíamos no a algo, recibíamos un castigo. Cuando me echaron del convento a los dieciocho años fui a mi casa, pero mi familia no me quería, decían que estaba loca, me fui. Años después me casé, pero una relación con nosotras nunca funciona. Cómo vamos a dar amor a otras personas si nunca nos lo dieron o nos enseñaron cómo. Fue un tiempo horrible, pero ya terminó. Aquí estoy. Ahora es nuestro turno”.

Este es el relato de Joke Vermeulen. Tiene 63 años y fue una de las 15.000 adolescentes que fueron secuestradas de sus familias y entregadas a la congregación religiosa holandesa Nuestra Señora del Buen Pastor donde fueron explotadas por las monjas en lavanderías y en talleres de costura. Varios monasterios de la congregación repartidos por todo el país explotaron, se calcula, a unas 15.000 adolescentes entre 1860 y 1973. Las supervivientes han declarado la guerra al Estado holandés y amenazan con ir a los tribunales contra su propio país si no se reconoce públicamente ese daño causado y no se las indemniza por someterlas a trabajos forzados durante su adolescencia.

Las mujeres que se están movilizando ahora contra las monjas y contra el Estado holandés fueron víctimas de la institución católica después de la Segunda Guerra Mundial porque son las que aún están vivas como para llevar sus casos ante la justicia. El experto en trabajo infantil Jean Van Dyke, que ha investigado estos casos, cuenta que “los abusos se llevaron a cabo durante alrededor de un siglo, pero estamos centrando nuestra atención en lo que pasó después de la Segunda Guerra Mundial, y por lo que sabemos en Holanda esta práctica de trabajo forzado ha continuado hasta 1978, es bastante reciente y por eso podemos ahora movilizar a las víctimas”.

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