Hace dos semanas, la modélica Corea del Sur volvió a enfrentarse a un histórico pico de contagios de coronavirus, con las mayores cifras de infectados locales de los últimos cuatro meses. A principios de septiembre, el número de contagios diarios se mantiene en las tres cifras, el 80% concentrado en la capital, Seúl, y su área metropolitana. ¿Los culpables? Según las autoridades surcoreanas, el contagio volvió a estallar en los servicios religiosos de una iglesia de Seúl, cuya "descarada" actitud ha puesto en peligro los esfuerzos del país para contener el virus, "rechazando y obstruyendo todas las recomendaciones del Gobierno". Pero no es la única iglesia en el foco de las críticas. En solo la última semana, se han detectado al menos otros tres grandes brotes ligados a distintas iglesias y congregaciones religiosas en todo el país. El propio presidente surcoreano, Moon Jae-in, se reunió el pasado 27 de agosto con varios representantes religiosos con una sola petición, que celebraran los servicios religiosos 'online' y se adhirieran, como el resto de negocios, a las recomendaciones del Gobierno contra las reuniones multitudinarias. "Por favor, cooperen para que todos superemos la crisis del coronavirus lo antes posible".
La respuesta de la Unión de Iglesias Cristianas (protestantes) de Corea ha sido: "La libertad de religión no puede ser sacrificada". La pandemia de coronavirus ha desatado un rifirrafe entre el Gobierno, las iglesias y la sociedad surcoreana, con acusaciones cruzadas, manifestaciones antigubernamentales e incluso teorías conspiranoicas.
Pese al enrarecido clima social y las advertencias gubernamentales, este domingo al menos 40 iglesias (de las que se tenga constancia) en Seúl celebraron servicios religiosos presenciales. En Busan, la segunda ciudad del país, el teniente de alcalde amenazó con multar a las iglesias que celebraran sus servicios en persona, después de que 279 iglesias ignoraran las advertencias de la ciudad contra las reuniones multitudinarias. Pese a la prohibición y amenaza de multa, una treintena de iglesias de Busan celebraron finalmente sus servicios este domingo, declarándose dispuestos a pagar lo que fuera, ya que la prohibición sería "persecución religiosa". En la ciudad de Gwangju, donde las autoridades habían impuesto la prohibición de servicios religiosos en persona, docenas de iglesias desafiaron la prohibición. En al menos dos iglesias presbiterianas, cada una con un centenar de personas, agentes de policía tuvieron que personarse para dispersar a los congregados, y se produjeron varias escenas de peleas y forcejeos entre los feligreses y los agentes. Los casos siguen: un pastor de la iglesia presbiteriana de Sarang Jeil, que instó a sus feligreses a retrasar sus test de diagnóstico de coronavirus aunque ya tuvieran síntomas, ha sido llamado a declarar por la Policía surcoreana por "obstruir" los esfuerzos de cuarentena.
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