Tomado de elpais.com
“Los veo por la calle y me dan ganas de santiguarme”, cuenta una feligresa de la parroquia de San Miguel de Guadix, en Granada. “¿Cómo voy a rezarle a un San Torcuato tan guapo?”, se pregunta otra. Algunos comentarios en redes se dirigen directamente al párroco, Antonio Fajardo, y lo acusan de egocéntrico, narcisista, etc. Al obispo de Guadix y a otros, comenta Fajardo, le ha gustado. Algunos de quienes acudieron a la misa de este viernes por la tarde prefieren no opinar ante el revuelo organizado. Así está la tormenta que se ha organizado en Guadix a partir de que hace algo menos de un mes se colgaran en el retablo mayor de la iglesia los cuadros de San Pedro, San Pablo, San Torcuato (patrón de la ciudad) y San Fandila (nacido en la localidad). La polémica surge porque el artista, José Antonio Jiménez Muñoz, muy reconocido y requerido en el ámbito artístico-religioso, no ha utilizado la imagen canónica de ninguno de ellos sino que los ha representado con las caras, y cuerpos, de tres personas de Guadix, uno de ellos el párroco, y de sí mismo.
Párroco y artista defienden la obra y el uso de modelos naturales. Se ha hecho siempre, dicen. Y es cierto, comenta David Martín, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Granada. Lo que no es tanto, explica, es que los personajes sean tan reconocibles y ocupen una cierta jerarquía social como es el caso del párroco. “Y menos, que a estas personas tan conocidas en su entorno, los sitúen como santos”, cuenta Martín. Desde el barroco, explica este profesor, “los santos tienen una figura normativa. Se realizan retratos a partir de ciertos grabados y su representación es siempre canónica”, concluye. Es decir, los santos, y más San Pedro y San Pablo, tienen una cara conocida que hay que mantener.
Para el párroco, además, hay más razones que justifican el uso de modelos naturales. El hecho de que sean conocidos locales, dice, ha sido una decisión estrictamente del artista. “¿Por qué se pintan los santos habitualmente mayores?” reflexiona en voz alta. “Para transmitir sabiduría”, se autocontesta. Pero, continúa, “lo cierto es que tuvieron que ser gente joven. El patrón accitano, San Torcuato, llegó desde Roma a Guadix a predicar. Tuvo que ser joven a la fuerza. Y también San Fandila, que se fue desde Guadix a la Córdoba musulmana a convencer a su jerarquía –con fatal resultado– de que le permitieran evangelizar entre los musulmanes. Yo creo que la juventud que muestra nuestro retablo representa el vigor de la fe”.
1 comentario:
Para santo... Lee esta historia...
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