Tomado de lavanguardia.com
Nápoles tiembla. En el 2020 de la pandemia no se ha obrado el milagro. Cada 16 de diciembre la supuesta sangre de san Jenaro, el patrón de la ciudad, es sacada de la caja fuerte donde se custodia en una capilla de la catedral para exponerla ante los feligreses. Monseñor Vincenzo de Gregorio la agitó este miércoles esperando que la sustancia sólida que conserva el relicario se licuara, como suele suceder en esta señalada fecha. Pero no se alteró. Mal asunto. Que no aparezca un líquido es el peor de los presagios para los supersticiosos napolitanos.
En Italia recuerdan con temor algunas de las desdichas que han sucedido cuando no se ha obrado el “milagro ” de san Jenaro. Por ejemplo, en 1939, antes de la Segunda Guerra Mundial; en 1973, el año en que Nápoles sufrió una epidemia de cólera; o en 1980, el terremoto de Irpinia, que provocó casi 3.000 muertos. No siempre se cumple la profecía, ya que la última vez que no se licuó fue en el 2016, sin ninguna gran tragedia para la ciudad.
Jenaro es un santo muy particular: no acepta exvotos, sino que es el protector de la entera ciudad de Nápoles. Ponticello recuerda que este gran culto nace de un pacto que hicieron los nobles y representantes de la ciudad con el santo en 1527. “Delante de un notario y dejando una silla vacía para san Jenaro, le prometieron que si se ocupaba la ciudad le harían la capilla más bonita del mundo. Y lo hicieron. “Es la más rica de todo el planeta, con regalos de reyes y emperadores extranjeros”, explica. Por eso los napolitanos escupen todo tipo de exabruptos cuando no ocurre el supuesto milagro. Consideran que san Jenaro no ha respetado su parte del pacto.
En 1991 un grupo de científicos aseguró en la revista Nature que había obtenido una sustancia similar del color de la sangre a partir del polvo de molisita, presente en los volcanes y con estas mismas propiedades tixotrópicas, es decir, que se licua al agitarse.
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