A Francisco García Magán, secretario general de la Conferencia Episcopal Española (CEE), le preguntaron este jueves, en la rueda de prensa posterior a la comisión permanente del organismo, por el “debate” que se ha generado a raíz de que el PP de Madrid apoyara una iniciativa de Vox por la que los trabajadores municipales del Ayuntamiento de Madrid deberán trasladar a las embarazadas que el aborto provoca “depresión, alcoholismo, pensamientos suicidas, insomnio”, etc. Es lo que el partido ultra llama, sin base científica, “síndrome posaborto”. Ni está avalado por la comunidad científica ni lo recoge como tal ninguno de los dos catálogos de clasificación de trastornos mentales de referencia: el DSM-5, más usado en Estados Unidos, o el CIE-11, en Europa.
El secretario de los obispos, sin embargo, dice que sí, que el síndrome posaborto existe. Así lo ha expresado: “Le puedo asegurar que todas las iniciativas que hay en el ámbito de la Iglesia de apoyo a las mujeres que han abortado confirman que ciertamente eso existe”. Y ha añadido: “Personalmente, tengo la experiencia y conozco un caso cercano donde hubo un aborto y esa madre lo pasó muy mal...”.
El debate, en realidad, no existe desde el punto de vista científico. Las teorías de Vox —expuestas por Carla Toscano, concejala del partido de extrema derecha― sobre los efectos del aborto son estas: “Puede provocar consumo de alcohol y drogas, pensamientos suicidas, aumento de cánceres en el aparato reproductor femenino, depresión, un profundo sentimiento de culpa, aislamiento, imágenes recurrentes, pesadillas, insomnio, alcoholismo, anorexia y bulimia, disfunciones sexuales, autolesiones, agresividad y una tasa de hospitalización por problemas psiquiátricos que duplica al de las mujeres que no han abortado“.
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