jueves, 1 de enero de 2009

Navidad para laicistas

Antonio Ramón Peña en Libertad Digital, nos explica lo que somos y en qué creemos:

La Navidad también es para laicistas. Debo comenzar diciendo que el laicista es una tipología humana no encasillable en ninguna de las clasificaciones estándar.
Por ejemplo, el ateo es un tipo de humano encasillable en el grupo de los que no creen en nada, y no se da cuenta de la contradicción de su pensamiento dado que creen en que no creen, luego ya creen en algo. El ateo suelen dejar en paz a los que tenemos creencias religiosas. Otro tipo humano es el incrédulo, que no es exactamente un ateo sino que pertenece a esa tipología de los que presumen de estar de vuelta de todo, incluso de ellos mismos. Tienen un sentir escalofriantemente escéptico y suele ocurrir que tarde o temprano acaban en el nihilismo.

El incrédulo tiene muchos puntos en común con el escéptico pero se diferencia de aquel en que éste duda y vacila. Al escéptico le gustaría creer, su mente y su corazón le llaman hacia la esperanza pero está cubierto por un manto de pesimismo que le hace titubear continuamente. Hay otra tipología humana que es la de los despreocupados. Estos suelen acabar en la indiferencia e incluso en el estoicismo. Son un tipo de personas a quienes no hay nada que les haga reaccionar y salir de su molicie(1).

Existe un conjunto humano formado por tipologías distintas pero con muchos puntos en común: los antirreligiosos, anticlericales, heterodoxos, iconoclastas e incluso apóstatas. Todos ellos odian no a la religión, sino al cristianismo y concretamente al catolicismo y a la Iglesia. Suelen tener creencias religiosas, para-religiosas o filosóficas e incluso creen en la magia, la hechicería, el ocultismo.

(1)
1. Blandura de las cosas al tacto.
2. f. Afición al regalo, nimia delicadeza, afeminación.
osease, una forma amable de llamarlos maricones

3 comentarios:

Melastregues dijo...

Y el tipo ese ha estudiao o le viene de natural el gracejo y la simpatía que destila. Porque huele a cura rancio de esos de los años 60 que tan amablemente nos adoctrinaron y solo le ha faltao decir lo de pudrirse eternamente en el infierno y la condenación eterna y que se les seca la médula a todos los que no piensan como se debe pensar según la doctrina oficial de la santa madre iglesia católica, apostólica y romana. Amen

Albino dijo...

Para comenzar el año un poco de crítica no viene nada mal. Bien, Antonio: creo que no creo, luego creo, es un juego de palabras y una "falacia circular"; no creo en lo que tu crees. Tampoco creo en la hechicería ni el ocultismo ni en la magia, salvo en la de Tamarit. Uso la razón, evito las falacias, me rio de las arbitrariedades y batiburrillos de los clérigos, acepto las verdades de la ciencia que son demostrables y espero otro mundo, aquí en la tierra, construido sobre la solidaridad.

Josefo el Apóstata dijo...

Muy bien Benedictos, "os seguimos por lo bien que os explicáis".
El que se explica de cojón es el Antonio Ramón. Al menos podría saber que el estoicismo es la escuela filosófica que ha dado soporte a la moral cristiana, no al dogma de fe, pero sí a toda la normativa de moralidad del cristianismo. Mucho sentenciar sobre lo que somos y pensamos los demás, y no tiene ni puta idea de en qué se fundamenta su secta.