sábado, 13 de diciembre de 2014

CURA CONDENADO EN GRANADA A 10 AÑOS POR ABUSAR DE DOS MENORES


Tomdo de europapress.es
La Sección Primera de la Audiencia de Granada ha condenado a un misionero a diez años de prisión por delitos de abusos sexuales a dos niños menores de edad aprovechándose de una “situación de manifiesta y notoria superioridad” no sólo por la diferencia de edad, sino también de su imagen de persona de “credibilidad y bondad extraordinaria”, como religioso caritativo.

Sin embargo, el tribunal, que considera probados los dos casos y resalta la extraordinaria “sinceridad” de los testimonios, ve prescritos los hechos denunciados por uno de ellos, el de un joven granadino que hoy tiene 36 años y que habría sufrido hasta 1992 los abusos, que acabó llevando a los tribunales 20 años después.

Por ello, impone para el procesado, Alfonso J.R.O., la pena de 10 años de prisión por el otro caso, por un delito continuado de abusos sexuales, con la prohibición de aproximación y comunicación a su víctima, a la que además deberá indemnizar en 40.000 euros; y le absuelve del otro delito que estaba acusado, por prescripción del mismo.

Según se declara probado en la sentencia, a la que ha tenido acceso Europa Press, el primero de los casos se remonta a 1990, cuando el inculpado, que en aquella época colaboraba con la comunidad parroquial de Huétor Tájar. El joven, que aún no tenía cumplidos los doce años, entró a formar parte del coro y poco a poco fue tomando confianza con el acusado, sobre todo a raíz de la creación de una rondalla dada la afición musical del menor.

El primer episodio de abusos se produjo en el verano de aquel año, cuando el niño había acudido al despacho que el acusado tenía en su domicilio, adonde acudió para hablar con él de alguna gestión relacionada con la rondalla. Sin embargo, y “movido por el deseo de satisfacer su apetito sexual”, el inculpado inició con él una conversación relacionada con el desarrollo sexual del chico a la vez que comenzó hacerle tocamientos. Cuando el menor ya había cumplido los 13 años, los abusos comenzaron a producirse de forma “frecuentes y reiterados”.

El juicio contra el diácono y misionero concluyó el pasado 28 de noviembre, cuando, haciendo uso de su derecho a la última palabra, el inculpado indicó que estaba sentado en el banquillo por una “reacción de rabia” que pasó a ser “venganza”. “El odio vengativo hizo que vomitara todo aquello”, dijo.

Sin embargo, el tribunal no cree esa razón, porque ello no da explicación al hecho de que el menor se remontase en su relato a fechas mucho anteriores, cuando, de ser cierto el argumento expresado por el acusado, “con afirmar de manera lineal y uniforme” que había abusado de él en fechas recientes habría logrado “aquella venganza”.

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