Tomado de publico.es
Son los máximos representantes de la Iglesia Católica en un territorio. En sus homilías, artículos en prensa y programas en radio, exponen la doctrina cristiana a sus fieles y pontifican sobre cómo deben actuar en su vida. Sin embargo, nos hemos acostumbrado a verles pronunciar desde sus púlpitos frases homófobas y sexistas que indignan a la sociedad, como en las últimas semanas tras la victoria de una drag queen en el carnaval de Las Palmas.
Si nos fijamos en los últimos disparates pronunciados por miembros de la jerarquía eclesiástica, podremos extraer dos conclusiones. La primera, que están obsesionados con los menores, el sexo, los gays y la mujer. Y la segunda, que, a los obispos y cardenales, les sale gratis decir esas cosas desde sus tribunas, porque ninguno de ellos ha sido retirado de sus cargos.
Otros ejemplos: El ultraconservador obispo de San Sebastián, que hace unos días también puso el grito en el cielo por el Carnaval de Las Palmas, dijo en 2010 que quizá “es un mal más grande el que nosotros estamos padeciendo que el que esos inocentes están sufriendo" (refiriéndose al terremoto de Haiti), sentenció. Munilla también escribió un libro sobre sexo en el que explica que masturbarse es “una agresión al propio cuerpo”. ¿Sigue en el cargo? Por supuesto.
Héctor Aguer, arzobispo de La Plata (Argentina), explicó que el matrimonio “dignificaba a la mujer y la ponía en un lugar de igualdad con el hombre”. Además aseguró que los abusos sexuales a niños se den en el ámbito familiar se debe a la aparición del divorcio. Por supuesto, sigue como arzobispo.
“El sida es un acto de justicia”. Sí, parece que no hay burrada que no haya dicho un alto cargo de la Iglesia. En este caso, la frase fue pronunciada en 2010 por el entonces arzobispo de Bruselas-Malinas y presidente de la Conferencia Episcopal de Bélgica, André-Joseph Leonard. También aseguró que jugar con la naturaleza del amor puede conducir a catástrofes así. Siguió en su cargo hasta 2015, hoy es ‘emérito’.
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