viernes, 24 de enero de 2020

Y SEGUIMOS CON LA MEZQUITA, ANTES MEZQUITA

Tomado de publico.es
La Mezquita de Córdoba es el conjunto monumental de arte hispanomusulmán más importante de Occidente. La vieja controversia sobre la mítica basílica de San Vicente enterrada bajo el templo omeya ha recobrado el pulso tras las reveladoras conclusiones de los arqueólogos de la Iglesia, que descartan que los restos del subsuelo pertenezcan a un templo visigodo. Pero, ¿por qué se aferra la jerarquía eclesiástica a la leyenda de la basílica? ¿Tiene el mito de San Vicente relación con la titularidad del monumento y la polémica de las inmatriculaciones?

Las primeras referencias sobre una hipotética basílica visigoda bajo la Mezquita de Córdoba aparecen en dos textos árabes tardíos descubiertos por el arabista holandés Reinhart Dozy en el siglo XIX. Los documentos fueron escritos por dos compiladores, Ibn Idari y Al Maqqari, en los siglos XIV y XVII y, según su versión, los árabes destruyeron en su conquista todas las iglesias cristianas de Córdoba salvo la de San Vicente, situada intramuros. Durante años, compartieron el templo musulmanes y cristianos, hasta que la población islámica creció y Abderramán I compró a los mozárabes el edificio, sobre el cual construyeron la Aljama que hoy todos conocemos.

Aunque el primer conservador de la Mezquita, Ricardo Velázquez Bosco, efectuó prospecciones en el subsuelo a principios del siglo XX, la primera campaña arqueológica dirigida a buscar la basílica enterrada la emprendió el arquitecto Félix Hernández. Buceó en las entrañas del oratorio primitivo (la Mezquita tuvo tres ampliaciones más) durante casi cinco años y solo halló muros de pobre calidad, mosaicos tardorromanos y estructuras difícilmente asimilables a una planta basilical. Algunos expertos subrayan que los autores mozárabes coetáneos a la construcción de la Mezquita, como Eulogio de Córdoba, no mencionan basílica alguna y que los documentos de Ibn Idari y Al Maqqari sobre San Vicente reproducen leyendas propagandísticas importadas de Siria.

En el yacimiento aparecieron ladrillos con la inscripción de su fabricante y un crismón sobreimpresionado. El crismón es un monograma con las letras X y P entrelazadas en alusión al nombre de Cristo. ¿Es una señal inequívoca de un espacio religioso? El arqueólogo Pedro Marfil, que excavó durante 18 años bajo la Mezquita a las órdenes del Cabildo catedralicio, cree que sí. El investigador del CSIC Fernando Arce Sainz considera que se trata de una mera marca comercial del fabricante, que vendía ladrillos a cualquier cliente, no necesariamente para construir iglesias. Marfil también identifica la crátera floreada del mosaico como prueba de un edificio cristiano. Arce indica que se trata de motivos decorativos tardorromanos. Además, asegura que la orientación del edificio enterrado no concuerda con la disposición tradicional de las iglesias.

Pese a las desmitificadoras conclusiones de Félix Hernández hace ya casi 90 años, la Iglesia católica ha mantenido vivo el mito de la basílica cristiana. ¿Por qué? El poder episcopal ocupa su cátedra en Córdoba sobre un templo islámico. Es un hecho excepcional en la historia milenaria de la Iglesia católica. La Mezquita omeya es además un monumento de alcance universal que eclipsa la presencia de la Catedral construida sobre su eje en el siglo XVI. Los jerarcas eclesiásticos hubieran preferido derruir el oratorio musulmán, pero ni los Reyes Católicos ni Carlos V lo permitieron. Y han tenido que convivir a duras penas en un edificio de arte islámico, cuyas señas de identidad han camuflado sistemáticamente a lo largo de la historia. El mito de San Vicente les permite reivindicar el solar y cerrar el círculo de la identidad cristiana del templo.

¿Refuerza el mito de la basílica la propiedad de la Iglesia? En un eventual litigio por la titularidad, lo que hubiera en el solar de la Mezquita en el siglo VIII es irrelevante a efectos jurídicos. Debajo de la Catedral de Sevilla pervive la antigua Mezquita almohade y nadie osaría defender el disparate de otorgar títulos de propiedad a la dinastía bereber marroquí. La de San Vicente es más bien una batalla propagandística alentada por la Iglesia para fortalecer la percepción de dominio histórico sobre el monumento.

1 comentario:

BromurodeLlodio dijo...
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