Tomado de eldiario.es
Este fin de semana la localidad siciliana en la que se inspiró Francis Ford Coppola para su trilogía de El Padrino celebra fiestas religiosas. Pero este año, sin procesiones a causa del coronavirus, como ocurre también en España. El Vaticano quiere aprovechar la coyuntura para acabar con una tradición condenada por la Iglesia: la que mezcla la devoción religiosa con el poder de las organizaciones criminales. Si los negocios secretos entre mafiosos y la máxima jerarquía de la Iglesia es una especulación siempre presente, pero que nunca pudo certificarse judicialmente, la relación entre la liturgia católica y el folklore mafioso sigue vivo en los territorios italianos en los que la Cosa Nostra o la Ndrangheta están presentes.
Durante la procesión de San Leoluca, patrono de Corleone, no es difícil observar cómo la imagen del santo se para a 'saludar' a un hombre al que todos presentan sus respetos, incluida la imagen religiosa. Mucho más escandalosa fue, en 2016, la 'visita' de la virgen durante una procesión a casa de Ninetta Bagarella, la mujer del capo de la Cosa Nostra, el sanguinario Totò Riina, autor intelectual del asesinato de los jueces antimafia Giovanni Falcone y Paolo Borsellino. Riina, alias La Bestia, murió en la cárcel a los 87 años, algunos meses después de ese saludo de San Juan Evangelista a su esposa. Cumplía una condena de 26 cadenas perpetuas por sus crímenes.
"¡Esto no es religión! Es una superstición. ¿Cómo es leída la religión por estos líderes, por estas mafias? Como una realidad para la cual Dios también se somete a ellos... ¿Y la Virgen también se inclina ante ellos y los patrocina a ellos y a su autoridad? Casi quieren enseñar a la gente que Dios está con ellos. Así que también quieren usar los sentimientos religiosos de la gente para que no sean libres, sino esclavos", declara, indignado, el franciscano Stefano Cecchin, presidente de la Pontificia Academia Mariana Internacional, que ha recibido una carta del Papa argentino urgiéndole a terminar con estas prácticas.
Estos rituales forman parte de la esencia de las organizaciones criminales. "Queremos erradicarlo", apunta Cecchin, que admite que no es fácil. A lo largo de todo su pontificado, Bergoglio ha expresado la incompatibilidad de ser cristiano y mafioso. En 2013, en la explanada de Sibari, fue meridianamente claro: "Los que siguen el camino del mal en sus vidas, como los mafiosos, no están en comunión con Dios: están excomulgados", dijo.
Tras estas palabras, cerca de 200 mafiosos de una cárcel de alta seguridad protestaron contra Bergoglio, negándose a ir a misa, mientras que en Oppido Mamertina (Calabria), la imagen de la Madonna delle Grazie se detuvo durante 30 segundos y se inclinó frente a la casa del padrino de la Ndrangheta Giuseppe Mazzagatti, de 82 años y bajo arresto domiciliario por motivos de salud, pero condenado a cadena perpetua por diversos homicidios y asociación mafiosa.
Hace un par de años, durante la misa celebrada en Palermo en memoria del beato Pino Puglisi, sacerdote asesinado por la mafia, Francisco subrayaba que "no se puede creer en Dios y ser un mafioso. Los mafiosos no viven como cristianos, porque blasfeman con sus vidas el nombre de Dios-amor".
Por eso "a los mafiosos les digo: dejen de pensar en ustedes y en su dinero. Conviértanse al verdadero Dios de Jesucristo, queridos hermanos y hermanas. Os digo, mafiosos: si no lo hacéis, vuestra vida se perderá y será la peor derrota", señaló el Pontífice. Hay quienes confían en la capacidad de Francisco de acabar con el secular matrimonio entre Iglesia y mafia, mientras otros apuntan al peligro que supone que el papa argentino sume a la mafia como enemiga.
1 comentario:
Un punto para Francisco
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