domingo, 23 de agosto de 2020

15 AÑOS DE ABUSOS SE LIQUIDARON CON UN TRASLADO

Tomado de elpais.com

“Era un sádico, tengo recuerdos nauseabundos, nos metía mano a toda la clase todo el año, pero casi peores eran las palizas, era un bestia, muy violento, fueron años atroces”, relata Fernando Roncal, de 70 años, sobre José San Julián Luna, ya fallecido, el cura que fue fundador y director del colegio diocesano El Puy en Estella, Navarra, hasta 1974. Roncal ha presentado una denuncia por los abusos sufridos en 1959, el suyo es el caso más antiguo descubierto hasta ahora. El más cercano en el tiempo, según la denuncia de otro exalumno, es de 1974, y fue el que desencadenó la salida del sacerdote del centro. En total, supone un arco temporal de al menos 15 años de abusos ininterrumpidos a un colegio entero. Solo pararon con la reacción de ese último alumno, que denunció el caso al subdirector. El arzobispado de Pamplona trasladó al cura a la capital navarra, pero siguió dando clases en al menos otro instituto de esta ciudad.

La verdad de lo ocurrido en este centro de Estella empieza a salir a la luz gracias al trabajo de la Asociación de Víctimas de Abusos a Menores en Centros Religiosos de Navarra, que en un año de vida ha ido sacando del olvido numerosos casos en al menos ocho colegios religiosos de la comunidad foral. En este momento las denuncias presentadas ascienden ya a 48, según la entidad, y siguen tirando del hilo. El de Estella es uno de los casos más graves: hay 11 denuncias que comprenden distintos años, con víctimas que entonces tenían entre 7 y 16 años de edad, y se preparan más. La asociación ha conocido, a través de sus familiares, un caso de suicidio relacionado con los abusos, un exalumno fallecido en los últimos años. “Considerando el número de niños que pasaron por el colegio y cómo actuaba este sacerdote, estimamos que las víctimas en El Puy oscilan de un mínimo de 700 a 1.200”,

Como en el resto de casos de abusos destapados en los últimos años en España por medios de comunicación, la búsqueda de la verdad recae sobre las propias víctimas y sus escasos medios. Están solas. En otros países ha actuado la Fiscalía (Chile), se han creado comisiones independientes de investigación (Francia) o el Gobierno o la Iglesia han emprendido la suya propia (Irlanda y Alemania), pero en España aún nadie ha movido un dedo. En Navarra las víctimas cuentan con la labor de unos pocos medios, principalmente Diario de Noticias y cadena SER, y una “total colaboración” del Gobierno de Navarra, pero afirman que no han obtenido ningún apoyo de las instituciones eclesiásticas. La asociación ha optado por ir presentando denuncias, aunque los delitos hayan prescrito, para que quede constancia oficial y reforzar sus acusaciones, pues el declarante tiene la obligación de decir la verdad y se expone a una responsabilidad penal. Según el recuento de EL PAÍS, en España se conocen hasta el momento 120 casos de abusos en la Iglesia desde 1986 con más de 400 víctimas.José San Julián Luna, el cura acusado de abusos en Estella.

Todos los relatos de Estella son similares. El sacerdote, profesor de religión y francés, realizaba tocamientos a los alumnos cuando les llamaba a la pizarra. Les hacía colocarse junto a su mesa e introducía la mano en sus pantalones cortos. Les tocaba los genitales y les metía los dedos en el ano, coinciden los testimonios. “Lo hacía con muchos, casi todos de cada clase, y todo el año”, relata otro compañero de clase de Roncal. También repetía estas prácticas en su despacho y en las duchas, con la excusa de inspeccionar la higiene. Los que se negaban o reaccionaban mal se exponían a suspensos y palizas, que de todos modos eran frecuentes, según los denunciantes. “Una vez puso a un grupo de alumnos tumbados en el suelo y se puso a caminar sobre ellos leyendo el breviario. Yo he visto palizas que el chaval acababa sangrando por boca, nariz y oídos”, explica Roncal. Otro de los denunciantes, a quien desgarró los lóbulos de las orejas en 1970, perdió el 30% de la audición, según afirma en su denuncia.

Unos años más tarde comenzó a haber alumnos internos que se quedaban a dormir y el sacerdote extendió allí sus acciones, según las denuncias. En una de ellas, referente a 1967, se lee: “En innumerables ocasiones, cuando el denunciante estaba por la noche en el dormitorio aparecía en el mismo el denunciado. Siempre hacía lo mismo, se sentaba en la cama del denunciante y con sus manos realizaba tocamientos en sus partes íntimas. Cada vez que esto ocurría, intentaba defenderse, apartando al denunciado y dando manotazos, pero no conseguía nada y nunca cesó en su actitud. Lo mismo le ocurría a todos los internos que dormían allí”. Por fin, en 1974, tal como refleja la denuncia del último caso, algo pasó: el alumno elegido, que tenía 14 años, respondió a los tocamientos atacándole con una pala de frontón, que no llegó a golpearle, pero le puso a la fuga. Se armó un gran revuelo y entró el tutor de noche, que dormía en otra habitación. Al día siguiente fueron a denunciarlo al subdirector, Juan Ignacio Martinena, y el director dejó el colegio. Expulsado, según el denunciante. Todas las víctimas aseguran que fue un gran escándalo y se enteró todo el pueblo, pero en el arzobispado aseguran que no consta ninguna información del caso. Durante décadas ha sido una práctica habitual en la Iglesia española cambiar simplemente de destino a los sacerdotes pederastas cuando eran descubiertos.

1 comentario:

Juan Moreu dijo...

Propongo que la Santa madre iglesia católica y rumana establezca obligatoria la castración para todos aquellos que quieran abrazar los hábitos religiosos... Así evitaremos que abracen a los indefensos...