En la entrada de ayer se podía ver una foto rancio-casposa en la que el alcalde de Huesca (PSOE) junto con una banda de alienígenas inauguraba una escultura en una recoleta plaza de la ciudad en homenaje a un cura fundador de una congregación de monjas en el siglo XIX, las Hermanitas de los Desamparados (conocidas popularmente por hermanitas de los pobres). La historia no sería más de una anécdota de no ser por el ultramontano personaje y la herencia que gestionan las monjas de la congregación.
Las "monjitas" regentan una enorme residencia de ancianos que nada tiene que ver con sus caritativos orígenes. Es una residencia de pago que vive de las cuotas de sus residentes, del voluntariado que les ahorra la contratación de trabajadores/as, de las aportaciones del "banco de alimentos" y de las herencias que van dejando los residentes mediante testamento poco antes de morir -para sorpresa de los familiares cuando descubren que han sido eliminados del mismo-. Para mayor gloria, por el concordato, las herencias están exentas del pago de impuesto de sucesiones con lo que las monjas están... forradas.
En la plaza en cuestión existe una casa en la que vivió el fundador y que es propiedad de la congregación y actualmente en rehabilitación para construir una residencia de monjas jubiladas. Es en esa plaza donde se ha colocado la horrorosa escultura que sin duda nuestro admirado y malogrado Manuel Harazem calificaría de estilo remordimiento. Desproporcionada, sin gracia, mostrando un cura con gachetobrazo y un desamparado cercano al enanismo ocupa un lugar preeminente. Muestra una escalera en la que el cura ocupa la parte superior y el hombrecillo sube hacia él con una especie de mierda enrollada al cuello. Una gloria de la escultura debida al taller de J.M. Estivill, de Valls (Tarragona) y que nadie sabe quién ha pagado...
Lo triste es que en la plaza se taló hace unos años un precioso, sano y enorme ailanto, tal vez para que no hiciera sombra al cura. Este mismo alcade se ha negado a retirar placas franquistas y a eliminar del callejero local a los personajes locales que apoyaron el golpe de estado franquista y ejercieron cargos locales a la sombra de la dictadura.
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