Es una lucha que parece de otro tiempo. Ambos se sirven del latín para dar más empaque a sus frases, ambos dicen representar altos ideales y ambos piensan que la ley terrenal y la divina se mezclan en este mundo de una manera que da lugar a conflictos. El rockero satánico Nergal y las organizaciones jurídicas ultracatólicas, como la polaca Ordo Iuris, mantienen desde hace tiempo un pulso en el que chocan creencias, se enfrentan maneras de vivir y se intenta definir la libertad.
Si es cierto que hay una 'guerra cultural' en Polonia, hay que admitir que el campo de batalla no es neutral. El Gobierno que declaró a Jesucristo rey de Polonia —en una solemne ceremonia a la que asistió el presidente— y el país donde, al caer el comunismo, la Iglesia católica fue declarada exenta de impuestos a perpetuidad antes de ser 'compensada' con 2.400 kilómetros de tierra (más que cuatro islas de Ibiza juntas) no conforman, claramente, un lugar para satánicos.
Y, sin embargo, es en Polonia donde se creó, allá por 1991, la banda de rock Behemoth. Autodefiniéndose como 'darkened black metal' (algo así como 'black metal' aún más oscuro), Behemoth, bautizada (es un decir) con uno de los nombres de Satanás, lleva tres décadas publicando con éxito canciones y álbumes con títulos como 'Cristianos a los leones', 'El satanista', 'Ora pro nobis Lucifer' o 'Arcana Hereticae'. Esto, que podría ser visto como provocador en algunos países, en Polonia es una declaración de guerra contra los autoproclamados vigilantes de la fe católica, la tradición cristiana y los símbolos religiosos. Alguien como Ordo Iuris.
A pesar de que niega ser una “organización religiosa”, esta fundación también alega ser políticamente independiente y, por ejemplo, Aleksander Stępkowski, uno de sus fundadores y expresidente, fue viceministro de Exteriores y es actualmente portavoz del polémico Tribunal Supremo polaco, que está en el ojo del huracán por ser parte de la reforma judicial del Gobierno polaco. Todos los casos emprendidos por el equipo legal de Ordo Iuris se encuentran en el ámbito de los supuestos ataques a la religión o de los preceptos defendidos por la facción más conservadora de la Iglesia.
La reciente reforma del derecho al aborto, que ha sacado a la calle a cientos de miles de polacos, estuvo motivada por la petición elevada por Ordo Iuris al Gobierno; fue también Ordo Iuris quien condenó a un viacrucis legal a la mujer que exhibió una imagen de la Virgen de Chestochowa, patrona de Polonia, coronada por un halo con los colores del arco iris. Magdalena Majkowska, de Ordo Iuris, lo consideró “un repulsivo símbolo de aberración y de actos desviados”. Y ha sido también Ordo Iuris quien notificó al fiscal que Adam Darski, el cantante de Behemoth, conocido como 'Nergal', publicó en sus redes sociales una imagen de su bota pisando una estampa de la Virgen María. Como consecuencia de ello, Nergal fue condenado en febrero por un tribunal de Varsovia a pagar una multa de más de 3.000 euros y se enfrenta a dos años de prisión.
No se trata de la primera vez que Nergal se ve en problemas por causas parecidas. Ya en 2008, el autoproclamado Comité Nacional de Defensa contra las Sectas, sin carácter institucional, denunció al grupo Behemoth por romper una Biblia durante un concierto mientras escenificaba la canción 'Gloria a los asesinos de san Adalberto', que es el patrón de Polonia. En aquel entonces, la causa llegó al Tribunal Supremo y Nergal tuvo que pagar una multa que entregó a una asociación de defensa de los animales. Durante el juicio, el cantante declaró que "la mentalidad polaca es inmadura y se intenta engatusar a la gente persiguiendo expresiones artísticas en nombre de Dios".
En 2018, un diputado del partido del Gobierno polaco denunció a Nergal por publicar un vídeo en el que exhibía un pene de plástico con un crucifijo. En otra ocasión, Nergal fue acusado de profanar un símbolo nacional al modificar una imagen de la bandera polaca con un símbolo satánico añadido. Uno de los símbolos más presentes en los objetos promocionales que la banda Behemoth comercializa es una cruz invertida.
La importancia de los símbolos, tanto para ensalzar como para denostar sentimientos de carácter religioso o nacionalista, es inmensa en Polonia. En este país, hay un número de leyes sobre difamación e injuria superior a la de ningún otro país europeo, según un informe de 2017 elaborado por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). En un país donde miles de árboles y montañas tienen la consideración de monumentos nacionales, insultar a un monte puede, en teoría, acarrear dos años de prisión, al igual que insultar a cualquier funcionario público e incluso a cualquier mandatario extranjero.
Para contrarrestar este panorama que, para alguien como Nergal, es como un campo de minas en mitad de su camino artístico, el músico ha contraatacado a sus perseguidores con la iniciativa 'Ordo blasfemia'. En el vídeo que presenta su manifiesto en defensa de la libertad de expresión, Nergal dice: "El tiempo de la capitulación se acabó y os pido que os unáis a mí en 'Ordo blasfemia'. ¡'Hail' Satán!". Además, ha puesto en marcha una campaña de recaudación de fondos con la que proporcionar apoyo legal a todos los artistas polacos que se vean en aprietos parecidos a los suyos. Para ese proyecto, Nergal solicitó 23.000 euros y lleva recaudados más de 50.000.
Por su parte, Ordo Iuris asegura que su única fuente de financiación son también las donaciones privadas, un sistema "no menos transparente que el de Greenpeace, por ejemplo", según dicen. Cualquiera que ose afirmar que el Gobierno apoya financieramente a Ordo Iuris se arriesga a convertirse en el próximo demandado por esta organización. A pesar de que Polonia es nominalmente un país laico, es indudable que el actual Gobierno del PiS (siglas de Ley y Justicia en polaco) tiene sus preferencias en lo que se refiere a manifestaciones artísticas y culturales.
Mientras que Behemoth, o cualquier banda parecida, jamás soñará con recibir un zloty de subvenciones oficiales, el escultor Jerzy Kalina, de 73 años, vio cumplido un sueño cuando, en octubre del año pasado, el Museo Nacional de Varsovia expuso su escultura de Juan Pablo II. No se trataba de una más de los miles de efigies del Papa polaco que hay por todo el país, sino de un colosal Juan Pablo II alzando sobre su cabeza una especie de meteorito negro y a punto de arrojarlo contra una piscina de sangre. En palabras de su creador, simboliza la rabia que le hizo falta al Papa santo para enfrentarse al comunismo hace décadas y que hoy día es precisa para combatir a todos los enemigos de la Iglesia, “entre otros, la comunidad LGTB”.
También el año pasado, como una de las medidas para paliar los efectos de la pandemia en la economía, el Gobierno polaco anunció la asignación de 90 millones de euros en ayudas para artistas y creadores. Sin embargo, las mayores sumas se destinaron a cantantes o bandas del llamado 'disco polo', un estilo musical que fue muy popular en los noventa y que se asocia con la población rural y de baja extracción social (principal base de votos del PiS). "Millones para los millonarios"; "Voy a componer 'disco polo' y me lloverán los millones"... lLas protestas de compositores 'serios', gente del teatro y figuras de la cultura han arreciado mientras el Ejecutivo se defendió diciendo que el criterio para las asignaciones siguió "un algoritmo".
En muchos casos, los artistas de 'disco polo' eran multimillonarios, entre otras cosas gracias al apoyo que la TV estatal les brinda, por ejemplo, financiando documentales de biografías de alguno de estos cantantes. Una de las bandas que fueron incluidas en la lista de subvenciones vendió 16 millones de discos en los noventa, y alguno de los artistas tiene vídeos con 225 millones de visualizaciones en YouTube. Para lavar su imagen, los 'disco poleros' dijeron que el dinero lo pidieron sus mánager, o que lo dedicarían a pagar a su 'staff'. El escándalo fue tal que el Gobierno dio marcha atrás y en lugar de entregar esos millones a los artistas decidió emplear parte de los fondos en comprar e instalar 2.500 grandes banderas polacas con sus respectivos mástiles, una para cada distrito del país.
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