jueves, 26 de agosto de 2021

TOLERANTES INTOLERANTES

Tomado de infolibre.es

En el cartel se ve a la cantante Zahara vestida con traje rosa y una banda de miss en la que se lee “Puta”, el título de su último disco. Sobre su cabeza, un halo de metal similar al que llevan los santos del catolicismo, y en sus brazos, una especie de Nenuco. La imagen, que anunciaba un concierto de la artista el próximo 3 de septiembre en Toledo, se ha utilizado desde mayo en múltiples ocasiones para la promoción de Puta, y esta podría haber sido una vez más. Pero Vox Toledo, alegando que el cartel había generado críticas entre los vecinos, pidió el miércoles la retirada del mismo y la cancelación del concierto, asegurando que la imagen era un “ataque” a la “libertad religiosa de la mayoría de los toledanos” y que suponía una “ofensa extrema” contra la Virgen. Tras las quejas, tanto el organizador del concierto, el festival Toledo Alive, como el Ayuntamiento de Toledo (PSOE) en su página web, retiraron el cartel supuestamente ofensivo. El efecto Streisand, como se conoce al fenómeno por el que una maniobra de censura acaba amplificando aquello que se quiere censurar, estaba servido: los apoyos a Zahara en redes sociales, desde sus seguidores a otros músicos, como Amaral o Rozalén, ha sido masivo, mientras la imagen de la gira se reproducía una y otra vez.

La cadena de acontecimientos que van desde las pretendidas quejas populares, hasta el partido de ultraderecha, el Ayuntamiento socialista y la promotora son porosos y poco claros. El martes, el consistorio presentó la programación del festival, apoyando lo que es una iniciativa privada. El miércoles, Vox emite un comunicado en el que no hace referencia alguna a ningún tipo de queja ciudadana recibida, y hace responsable al Gobierno municipal de la “provocación intolerable” contra los católicos. Ese mismo día, el Ayuntamiento publica un comunicado en el que asegura haber trasladado al promotor el malestar “de varios ciudadanos a colectivos”, y que el promotor había retirado el cartel, como también hizo el propio consistorio del PSOE de su propia web. Al día siguiente, el jueves, tanto el promotor del concierto como el Ayuntamiento de Toledo dan marcha atrás y aseguran que el Gobierno municipal no instó a retirar nada y que el promotor lo hizo motu proprio. El concierto sigue sin figurar, ni con el cartel supuestamente polémico ni con ningún otro, en la web del Ayuntamiento, mientras este asegura que apoya “sin fisuras al concierto” contra “quienes coartan la libertad de expresión”.

La imagen utilizada por Zahara para promocionar su disco Puta es una referencia a uno de sus temas: la opresión a las que están sometidas las mujeres, tachadas de viciosas desde muy jóvenes por la mera expresión de su sexualidad, vigiladas para que su comportamiento se aproxime a una idea de santidad y pureza mientras que, al mismo tiempo, se las acosa. De hecho, la música llega a ser muy crítica en sus letras con la influencia de la educación religiosa y su hipocresía ante el abuso: “Yo estaba de rodillas pidiendo perdón a vuestro Dios / por no saber decirle que no. / (…) Yo estaba ahí confesándome por haberme tocado, / creyendo que ese era el puto pecado”. Pero estas letras no parecen haber generado polémica. La denuncia está en el uso de una determinada imagen, y llega a través de un partido político de ultraderecha. En un concierto en Valencia el miércoles, la música zanjaba: “Muchas gracias porque ha sido brutal la respuesta de amor que he recibido, y eso es lo que me llevo del día de hoy. La única respuesta que voy a dar a eso que ha sucedido lo voy a hacer en este escenario, lo voy a hacer cantando, lo voy a hacer defendiendo el arte, defendiendo la música y defendiendo la libertad de expresión”.

Desde luego, esta no es la primera vez que la Iglesia y distintos partidos u organizaciones de extrema derecha tratan de suprimir una obra artística apelando a los sentimientos religiosos: el caso de Zahara pertenece ya a una genealogía muy nutrida de injerencias del catolicismo radical en la libertad de expresión. El modus operandi no es muy distinto de unos casos a otros, como tampoco lo es su objetivo: mantener la dominación eclesiástica sobre el discurso público y silenciar las voces disidentes. 

1 comentario:

Juan Moreu dijo...

Sería maravilloso que los cuatro curas que quedan en este país y los muchos paranormales seguidores de Vox se fueran a Afganistán a evangelizar a los talibanes...
NR: Y sin derecho a repatriación.