jueves, 20 de febrero de 2020

LA OFENSA... COSA VIEJA

Tomado de elconfidencial.com

El 20 de octubre de 1982, el cantaor flamenco José Domínguez Muñoz, apodado 'El Cabrero', ingresó en prisión. ¿Su condena? Dos meses entre rejas. ¿Su delito? Cagarse en Dios. O verbalizarlo, más bien. Los hechos habían ocurrido unos meses antes, en el verano de ese año. El artista subía al escenario de la localidad cordobesa de Alcolea. En pleno concierto, su voz se quebró y Domínguez comunicó a su público que no iba a seguir cantando por soleás, fandangos y seguiriyas.

Un grupo de personas se subió a una mesa y comenzó a berrear, una alusión a su condición —además de cantaor— de pastor de un rebaño de más de 250 cabras; de ahí su apodo. Y el artista se retiró del tablao con un: "¡Me cago en Dios! ¿No os dije que no podía?" entre dientes, según narran a este diario fuentes de la familia del artista. La Guardia Civil redactó un atestado y un juzgado le condenó a cinco meses a la sombra, que luego quedarían en dos tras un recurso de sus abogados.

Cuatro décadas después, el delito que mandó a Domínguez a la cárcel sigue vigente en el Código Penal Español. "Incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican", reza el artículo 525.1 del CP.

En 1982, la prensa se volcó con nuestro caso. Todos los días había artículos, editoriales...", narran. El periodista Federico Jiménez Losantos escribió en las páginas de 'Diario 16' que 'El Cabrero' era "un símbolo político que estos días está entre rejas". El mismo periódico, casi tan joven como la joven democracia española, dedicaba un editorial al caso: "Ya conocíamos la petición del ultra Blas Piñar para restaurar el Santo Oficio, lo que no sospechábamos era que tal esperpento pudiera darse desde la atmósfera de un despacho de la Administración de Justicia".

A José también le visitaron varios políticos mientras estuvo en la cárcel, como Miguel Ángel Pino, presidente de la Diputación de Sevilla. "Por lo que nos decían, llegamos a pensar que la reforma del Código Penal era cuestión de muy poco tiempo". No fue así. El indulto fue otorgado pero nadie sacó el delito (por entonces, tipificado en el artículo 239) del CP.

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