jueves, 20 de febrero de 2025

SACERDOTES SOCERDOTES

Tomado de el periodico.com

Nací en una iglesia evangelista”. Esta es la carta de presentación de Josué Soler Fernández, de 28 años, quien denuncia que, siendo menor de edad, sufrió durante años agresiones sexuales por parte de un feligrés entonces menor de edad y también de T. A., responsable de actividades lúdicas de la Iglesia Samaria de Terrassa. Este joven, sin embargo, no es la única víctima de abusos de esta congregación que llegó a tener unos mil miembros. Un compañero suyo, C.S.V., también ha denunciado al mismo coordinador. Según ha podo saber EL PERIÓDICO han salido a relucir, por ahora, 14 víctimas abusadas por cuatro miembros de esa comunidad, entre ellos su máximo dirigente y una persona fallecida. Según representantes legales del Consell Evangèlic de Catalunya, en 2022 se le retiró al pastor de esta comunidad, José García, la acreditación para predicar, tras tener conocimiento de que él también habría cometido presuntos abusos sexuales. García y su mujer negaron a este diario esta imputación.

Estamos hablando de hechos muy graves, en concreto agresiones sexuales a menores por parte de uno de los líderes de esa iglesia y encargado de actividades lúdicas. Además, un elemento importante es la manipulación mental que habían sufrido esas personas, para quienes la única realidad que han vivido era la que le había transmitido un entorno que decía que lo que había fuera de la iglesia era negativo para ellos", explica la abogada de los denunciantes, Mónica Santiago, del despacho Vosseler. "Les ponían vídeos de personas explicando el horror del infierno, siempre y cuando no siguieran las indicaciones de la iglesia. Por lo cual, la manipulación psicológica desde que eran niños les hacía vulnerables a cualquier tipo de abuso, que es lo que acabó pasando”, recalca la letrada.

La denuncia relata que esta iglesia evangélica estuvo liderada por un pastor que, de “forma progresiva”, fue “colocando” a miembros de su familia y “amigos”. Los miembros de la comunidad se reunían en sus instalaciones sobre todo los fines de semana, “siendo cada vez más afines personas con pocos recursos y vulnerables” que encontraban en los sermones del pastor “cierta esperanza de mejorar su situación si confiaban en sus palabras, que resultaban ser la de Dios”, precisa el documento.

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