Tomado de elperiodico.com
El pederasta Joaquim Benítez espera en libertad la orden que le meterá definitivamente en prisión para comenzar a cumplir la condena de 21 años y 9 meses que le impuso este lunes la Audiencia de Barcelona. Socialmente no ha resultado fácil de comprender que siga todavía en la calle un hombre ya condenado por delitos tan alarmantes como abusar sexualmente de cuatro menores. Cuatro alumnos del colegio de Sants-Les Corts a los que Benítez acorraló en su despacho, cerrando la puerta por dentro, y a los que provocó secuelas todavía latentes que deberán ser indemnizadas por parte del colegio con 120.000 euros.
En 1986, mantiene Benítez, él abusó de un menor en el colegio y el padre de este chico acudió dos días más tarde a revelar lo sucedido. El director del colegio ese año, el hermano Granja, el padre del alumno y Benítez se reunieron y el profesor admitió los hechos. Granja le hizo ver que aquello estaba mal y Benítez intuyó que al regresar de las vacaciones de verano acabaría siendo expulsado. En septiembre de ese año, sin embargo, el hermano Lluís Serra, que entonces ejercía una labor de coordinación entre los colegios catalanes, le advirtió de que "aquello" no podía volver a suceder y le puso al corriente de que el provincial –máxima autoridad en los colegios de la región del Hermitage– meditaba una sanción de tres meses sin sueldo. Pero esta no llegó a ejecutarse. Por eso, razonó Benítez en la sala del juicio, nunca tuvo miedo de ser descubierto en el colegio durante las tres décadas en las que abusó de alumnos en el colegio de Sants-Les Corts. "Porque me sentía amparado por los Maristas", concluyó en la sala de la sección 21.
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