Hace un lustro, en 2017, recién finalizado mi mandato como presidente de Europa Laica, aprovechando la experiencia de la gran cantidad de reuniones mantenidas con diversidad de dirigentes políticos a lo largo de una década y basándome en conversaciones públicas y privadas, promesas y, además, hechos, escribí un artículo que fue publicado en varios medios digitales y escritos, con el siguiente título: El laicismo fuera de la agenda política.
Por entonces, desde diciembre de 2011, la derecha (el PP) gobernaba España y el centro izquierda estaba en la oposición. Unos meses después, es decir desde junio de 2018 y tras una moción de censura el Sr. Sánchez (PSOE) se convirtió en presidente de Gobierno y, desde entonces, ya lleva más de 1500 días en Moncloa (es decir, más de cuatro años – y dos elecciones generales por medio). Una gobernanza de coalición de centro izquierda (PSOE-UP) lleva en el poder y con mayoría de apoyos parlamentarios en el Congreso y Senado desde enero de 2020, es decir casi mil días. Desde entonces han venido demostrando que en sus respectivas agendas (en la práctica) NO figura la laicidad institucional. Es más, ni siquiera apareció en el programa de gobierno de la coalición firmado el 30 de diciembre de 2019.
Resumiendo: PSOE y Unidas Podemos (gubernamentales) chulean al laicismo y a las y los laicistas. Ni un sólo paso hacia adelante, salvo tímidas declaraciones y oportunistas proposiciones no de Ley, de cara a la “galería electoral”, como las presentadas en el mes de julio de 2022, durante el debate del “estado de la nación”, que de sobra sabían que NO iban a prosperar tras los pactos con el socio mayoritario: El PSOE.
Estamos -como máximo- a un año de la convocatoria de elecciones generales. Es un hecho que los partidos que respaldan a los actuales grupos parlamentarios, desde la ultraderecha a la izquierda más o menos estable, pasando por liberales, nacionalistas o regionalistas, la laicidad institucional NO es una prioridad. Más bien es un estorbo y -además- de vez en cuando se “dan ciertos pasitos hacia atrás”, por un desmedido afán multi-confesional y por una fantasiosa propuesta supuestamente “progre”, denominada laicidad positiva.
No se puede concebir una democracia plena sin laicidad institucional. El laicismo, es decir la lucha por un Estado laico en el marco de una sociedad plural, tiene un alto componente de ideología republicana. Queda muy claro -a la vista de los hechos- que los avances en esta materia se demoran porque la democracia que actualmente padecemos es heredera del nacional-catolicismo monárquico (de La Cruzada del 36…), apuntalado, de una forma u otra, por casi todos los grupos del actual arco parlamentario.
Laicismo es sinónimo de democracia, quien no entienda esto, no es demócrata. Separar el Estado de las religiones e ideologías particulares debería ser una prioridad, quien no entienda esto, no es demócrata… por mucho que se autodenominen de izquierdas, liberales, socialdemócratas, etc. etc. Así que los partidos que se autodefinen de izquierdas que no nos vengan con milongas. Las formaciones de la derecha conservadora española, ya sabemos que son confesionales por su propia naturaleza y ADN, actuales formaciones muy alejadas de ese liberalismo romántico y laicista del siglo XIX.
¿Qué habría que hacer en España para aspirar a unas instituciones laicas, es decir a construir un Estado laico, en el marco de una sociedad plural, por cierto, cada vez más secularizada?:
1-Cancelación/derogación de los Acuerdos concordatarios de 1979 (y 1976);
2-eliminar los diversos y enormes privilegios fiscales de los que disfruta la Iglesia católica y otras religiones;
3-supresión de los Acuerdos preferenciales con diversas religiones de 1992;
4-eliminación -vía PGE- de la financiación directa a través del IRPF de las Diócesis católicas, de su proselitismo y acciones propagandísticas (unos 300 millones/€/año);
5-Llevar a cabo una reforma de una Ley de patrimonio que elimine la in-matriculación/apropiación de miles de monumentos histórico artísticos por parte de los obispos, entre 1946/1998 y 2015… y dar una solución político-legislativa para dejar nulas dichas in-matriculaciones;
6-sacar la religión y su simbología del Sistema Educativo universitario y no universitario - además de sacar el DECA, los estudios de religión y el derecho canónico y sus "sucedáneos" de la Universidad, no financiar, por parte del Estado, centros de ideario religioso o de otra naturaleza ideológica, no autorizar universidades católicas y no derivar la FP a entidades religiosas;
7-no privatizar los servicios sociales (infancia-mayores-discapacitados, etc.), de inmigración y refugiados, de dependencias, de reinserción social, etc. para otorgar la gestión a entidades religiosas como Caritas diocesanas, ACCEM, Mensajeros de la paz… etc. etc.;
8-aprobar una verdadera Ley de Memoria sin sesgo y condicionantes nacional-católicos;
9-eliminar las excepciones de las corporaciones religiosas en base a las diversas leyes de asociaciones estatal (2002) y autonómicas;
10-no ceder suelo público a entidades ideológicas (como las religiosas);
11-suprimir las capellanías, además de los actos y graduaciones castrenses-católicas;
12-elaborar/aprobar una Ley orgánica de Libertad de conciencia que garantice y sea la base del Estado laico, derogando la Ley de libertad religiosa de 1980. Y, por último, para evitar confusiones se han de modificar a los artículos 16 y 27 de la Constitución de 1978, aunque el actual texto constitucional NO impide abordar la docena de propuestas antes señaladas, incluso algunas que me haya podido “dejar en el tintero”.
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