“Por Dios, por la Patria y el Rey / Lucharon nuestros padres / Por Dios, por la Patria y el Rey / Lucharemos nosotros también
Lucharemos todos juntos, todos juntos en unión / Defendiendo la Bandera de la Santa Tradición / Lucharemos todos juntos, todos juntos en unión / Defendiendo la Bandera de la Santa Tradición
Cueste lo que cueste se ha de conseguir / Que los boinas rojas entren en Madrid”
Con este alegre himno, la Marcha de Oramendi, despedían un puñado de Pelayos y Margaritas, los cachorros del carlismo de ultraderecha, su campamento de verano en Hoyos del Espino, organizado por la asociación Cruz de Borgoña, y para que no quedara dura de que tenían bien aprendida la lección gritaron, mientras arriaban la bandera carlistas, un “Viva Cristo Rey”, que a los que ya peinamos canas nos recordó los oscuros vínculos que los partidarios de Sixto Enrique de Borbón con las organizaciones de ultraderecha.
No hay que remontarse a los sucesos de Montejurra de 1976, en que se alinearon fascistas italianos, falangistas españoles, guerrilleros de Cristo Rey y miembros de la ala más a la derecha del carlismo, la Comunión Tradicionalista, con las cloacas del estado, al frente de las cuales, entonces, estaba Manuel Fraga. Los carlistas que sigue como rey legítimo a Sixto Enrique de Borbón -por lo que son llamados sixtinos- mantienen vínculos con VOX a través de la Fundación en Defensa de la Nación Española (DENAES), a través de Unidad Hispanista, una de las organizaciones satélites del carlismo ultra que defiende “la promoción, desarrollo y divulgación de los valores de la Hispanidad como Imperio Generador de principios de dignidad y respeto a las personas y creador de las Españas”, y que incluso reivindica la anexión a España de Puerto Rico.
El campamento de los cachorros carlistas, que se viene celebrando desde 1986, es una de las actividades de adoctrinamiento de la Comunión Tradicionalista Carlista, una rama ultracatólica y ultraderechista que ofrece “15 días de formaciones, excursiones, clases de formación en historia y en religión, misas, rosarios, esfuerzos, risas, penas, calor y frío.” Vamos, una diversión sin fronteras, para niños y niñas a partir de ocho años, que pasan medio mes de sus vacaciones de verano uniformados y haciendo formación militar, mientras repasan la verdadera “historia de España”, dan clases de religión y de “formación en virtudes”. Como señala la asociación que organiza el campamento, entre sus objetivos está “formar para el mañana a personas que, conociendo sus raíces, sean católicos coherentes y comprometidos en la vida social”.
Hay que recordar a su rey legítimo, Sixto Enrique de Borbón, que preguntado sobre en una entrevista en El español, sobre si mantenía el espíritu de los requetés del 18 de julio de 1936, respondía: “Sí. Fueron a luchar por Dios y por España. Y con generosidad aparcaron al rey en ese momento. Sin su heroísmo no puede concebirse el carácter de lucha religiosa que en buena medida tuvo la guerra. Aunque una cosa es el Alzamiento y sus motivaciones; y otra la guerra durísima que siguió y finalmente el régimen que se impuso. La gesta de los requetés, en cualquier caso, no tiene parangón. Y ese espíritu es el que seguimos necesitando hoy.”
Ese es el espíritu que anima también al secretario general de la Comunión Tradicionalista Carlista, Javier María Pérez Roldán, que se define como: “Católico ultramontano por convicción, padre de familia por vocación contrarrevolucionaria, abogado de familia por apostolado cívico, legitimista por piedad filial, rotundo por carácter.”
Los Pelayos y las Margaritas, las juventudes requetés, parecían cosa del pasado, pero han regresado para recordarnos, como en el cuento de Monterroso, que cuando despertemos los dinosaurios del carlismo ultra, seguían aquí.
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