Al teléfono con los medios de comunicación del Vaticano, a través de los cuales envía "bendiciones desde Kiev", el jefe de la Iglesia greco-católica ucraniana hace un llamamiento a la solidaridad internacional y, elevando la mirada a la dimensión trascendental de lo que el Papa ha estigmatizado como barbarie, afirma que la guerra es un "misterio del mal", más allá de toda regla y control humano. Incluso de aquellos que lo han provocado. "Sólo Dios", dice, "puede abrir el camino para construir la paz en medio de esta guerra".
Nosotros experimentamos de manera directa que la guerra es el mysterium iniquitatis del que hablaba San Pablo: es realmente un misterio del mal que se desata en este mundo. Ese agresor que inicia la guerra vive la ilusión de que puede dominar las reglas de la guerra, pero es, en efecto, una ilusión. Porque ya desde el primer disparo, la guerra está fuera del control humano. Y el mismo agresor se convierte en esclavo del demonio que ha hecho salir de su corazón. Por eso cada día en la oración del Padre Nuestro decimos "líbranos del mal". Dios es la fuente de la paz, es el Señor de la paz. Creemos que sólo Él puede poner fin a este misterio de la iniquidad
N.R. Dicho lo cual, el arzobispo se fue a cagar y se quedó tranquilo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario