jueves, 3 de enero de 2019

EL BEATO JUAN PABLO II OCULTÓ Y PROTEGIÓ AL PEDERASTA MARCIAL MACIEL

Tomado de eldiario.es

Durante años campó a sus anchas por los pasillos vaticanos. Era el ejemplo de fundador de nuevo movimiento: un hombre íntegro, adulador, con capacidad de liderazgo. Juan Pablo II lo consideró "guía eficaz de la juventud". Pero, durante décadas, muchos en la Iglesia sabían que en realidad Marcial Maciel (1920-2008), fundador mexicano de la Legión de Cristo y afincado durante años en España, era un depredador. "Llevamos 70 años encubriendo, y esto ha sido un tremendo error", ha apuntado el cardenal João Braz de Aviz.

La Santa Sede había recibido las primeras denuncias de abusos contra Marcial Maciel en 1948, pero no hizo nada hasta que, en 2006, el Papa Benedicto XVI condenaba al fundador de los Legionarios de Cristo a una vida de oración y silencio, apartado del mundo, al comprobar que había abusado sistemáticamente de menores y que, además, mantenía una doble vida, con varias mujeres y hasta media docena de hijos.

Nadie hizo nada por frenar a Maciel, que contaba con el total apoyo de Wojtyla (Juan Pablo II), hasta el punto de que el Papa hizo caso omiso a las denuncias que, desde 1988, lanzaron algunos de los primeros integrantes de la Legión de Cristo. Entre ellos, el sacerdote Félix Alarcón: "Todos en el Vaticano lo sabían, y nadie hizo nada", asegura este octogenario, una de las primeras víctimas del depredador Maciel.

La primera vez en que las denuncias llegaron a Roma fue desde España. Dos jesuitas de Comillas enviaron en 1948 sendos informes a la entonces llamada Sagrada Congregación de Religiosos. En 1954, apuntan los documentos, fue el Arzobispado de México quien pidió informes sobre el fundador al legionario Federico Domínguez, quien habló por primera vez de la adicción a la dolantina (un opiáceo) de Maciel. El informe llegó hasta el Vaticano.

Dos años después, el arzobispo de México y el nuevo obispo de Cuernavaca denunciaron por pederastia y adicción a las drogas a Maciel, pidiendo su suspensión temporal. Durante algunos años (al final del pontificado de Pío XII y el de Juan XXIII) Maciel fue apartado temporalmente de la dirección del instituto.

De todos modos, Juan Pablo II ordenó bloquear el asunto en Doctrina de la Fe en 1999. También se permitió entonces que Maciel construyera su entramado empresarial para evadir impuestos entre los años 1990 y 1992, cuando todavía gozaba de la protección del Vaticano. Según publicó El Confidencial en su investigación de los Papeles de Panamá, el negocio de las universidades vinculadas a la congregación religiosa con más de 300 millones de patrimonio, se administró desde territorios opacos.

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