Tomado de "La Razón", hace 2 días.
Es una grave y terrible realidad que al socaire de esta fiesta se celebren misas negras, se efectúen profanaciones de sagrarios –por parte de quienes sí creen en la presencia real de Dios en la eucaristía–, sacrificios de animales e incluso de niños ofrecidos a los demonios que, al igual que las meigas, «haberlos haylos».
Quizás el mayor éxito alcanzado por el diablo sea que el actual ilustrado y racionalista mundo no crea en su existencia, pudiendo actuar amparado en la impunidad que esa increencia le otorga. La inocencia de los niños –con la ignorancia de sus mayores– con sus disfraces de demonios, calabazas iluminadas y todo el ritual que le acompaña, es ocasión propicia para que esos «espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas», tengan en Halloween una ocasión propicia para sus maléficas conjuras. Testimonios de los exorcistas verifican esta oscura realidad que coexiste en una celebración que los cristianos dedican a todos los santos y a sus queridos difuntos, mientras «la mona de Dios» –Satanás– la apropia para sus terribles fines.
2 comentarios:
Menos mal que tiene un ángel que le ayuda a encontrar aparcamiento...
Si es que hay gente en este mundo porque respira y poco más...
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