sábado, 23 de marzo de 2019

ABUSOS Y PALIZAS DE LOS MARISTAS


Tomado de elperiodico.com

"La Iglesia reduce la pederastia a casos aislados cometidos por garbanzos negros. Esto es mentira: era algo estructural, sistémico". Los hermanos Germán Vidal (Barcelona, 1948) y Guzmán Vidal (Barcelona, 1951) fueron alumnos "internos" en el colegio marista Valldemia de Mataró durante los cursos escolares 1962-63 y 1963-64. Ambos han aceptado una entrevista con este diario para dejar claro que los abusos que ahora revelan en el centro del Maresme forman parte de la misma trama de encubrimiento que EL PERIÓDICO destapó en los colegios de Barcelona -el mayor escándalo de pederastia documentado en España: Una cuarentena de denuncias contra una docena de profesores por delitos perpetrados entre 1970 y 2010-. Germán y Guzmán denunciarán a dos hermanos religiosos, y elevarán así la cifra de maristas demandados a 14 y ampliarán el radio espacio-temporal de los abusos: no se conocían demandas fuera de Barcelona o Badalona ni tampoco tan antiguas.

Cuando existían los internados, añaden los hermanos Vidal, la impunidad de los pederastas se multiplicaba. Exalumnos internos en los 60 en otro colegio marista, el de Girona, confirman a este diario que los hechos descritos en Mataró por Germán y Guzmán coinciden con la realidad que sufrieron ellos en el centro del casco antiguo gerundense.

Para los alumnos que vivían internados en el Valldemia de Mataró aquello "era una cárcel", un lugar impregnado "del miedo" a sufrir abusos sexuales. Aunque no solo temían ser abusados, subrayan desplazando el foco sobre otro asunto sobre el que, opinan, todavía no se ha reparado: las agresiones físicas "sádicas". "Nuestros padres habían sobrevivido a la Guerra Civil, a una época violenta, y habían normalizado el dar una hostia. Pero lo del colegio era distinto, eran palizas", reflexiona Germán. Su hermano pequeño, Guzmán, le escucha y añade que abusos sexuales y castigos físicos eran expresiones distintas del mismo tipo de maltrato infantil. Aunque no se abordaban de la misma manera en la escuela. "El castigo corporal estaba institucionalizado, entraba dentro de su método educativo. Lo aplicaban arbitrariamente y estaba aceptado por la cúpula. Los abusos, sin embargo, a pesar de ser conocidos, se encubrían. No imagino al director diciendo a los hermanos: entrad a las celdas de los internos y abusad de ellos como os dé la gana. Pero sabían que lo hacían, y los tapaban".

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