El tsunami conservador que sacude Estados Unidos desde un Tribunal Supremo radicalizado avanza a un ritmo endiablado y ha dado este lunes otro golpe de impacto, derribando otro de los muros que mantenían la separación entre iglesia y Estado.
Se trata de la última decisión de una mayoría conservadora en el Alto Tribunal que cada vez protege más los derechos religiosos. También, de la última en que esa mayoría conservadora se muestra dispuesta a romper con los precedentes. En este caso, aunque a diferencia de en el tema del aborto no deroga sentencias previas, sí rompe con al menos seis décadas de jurisprudencia.
En el centro del caso estaba Joseph Kennedy, un antiguo entrenador de fútbol en un instituto público del estado de Washington que solía rezar con jugadores. Pese a haber recibido órdenes de dejar de hacerlo las desoyó y siguió rezando, incluyendo tras los partidos en medio del campo. El distrito escolar lo puso de baja y no renovó su contrato y, respaldado por First Liberty Institute, un grupo legal religioso, Kennedy acudió a los tribunales. Ahora el Supremo ha dictaminado que el distrito escolar de Bremerton, representado legalmente por Americanos Unidos por la Separación de Iglesia y Estado, violó sus derechos amparados por la primera enmienda.
“Las cláusulas de libre ejercicio (religioso) y de libertad de expresión protegen a un individuo que hace una acción religiosa personal de represalias del gobierno”, ha escrito el juez Neil Gorsuch, uno de los tres nombrados por Donald Trump, en una sentencia que han respaldado los otros cinco magistrados conservadores.
“Esta decisión perjudica a las escuelas y a los jóvenes ciudadanos a los que sirven y al longevo compromiso de la nación con la separación entre iglesia y estado”, ha escrito la jueza Sotomayor, que también ha atacado uno de los argumentos de la mayoría conservadora, que asegura que el entrenador no obligaba a los estudiantes a unirse en sus oraciones y ejercía un derecho privado. “Hay pruebas directas de que los estudiantes se sentían forzados”, ha escrito la jueza, que ha añadido fotos y ha apuntado al “poder coercitivo único de las acciones de un entrenador entre jugadores adolescentes”.
En el lado conservador se han escuchado alabanzas y celebraciones de líderes como el exvicepresidente Mike Pence. Frente a ellos, otros han lamentado una sentencia que, dicen, “desmantela décadas de progreso”. “Desde 1962 el Supremo ha reconocido consistentemente que la oración en la escuela es coercitiva, mina los derechos de libertad religiosa de estudiantes que se sienten presionados a participar”, ha recordado en un comunicado Kathy Joseph, directora de la organización Interfaith Alliance.
1 comentario:
Tranquilo, no te alteres, que la OTAN nos protege y nos salvará de los negros augurios.
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