Tomado de Miguel Zorita en elplural.com
En aquel maremágnum de tensiones político-religiosas los romanos con el futuro emperador Tito a la cabeza terminaron destruyendo la ciudad -Jerusalén- hasta sus mismísimos cimientos. Una verdadera tragedia, más aún cuando siglos después los dirigentes cristianos del siglo IV cayeron en la cuenta de lo rentable que hubiera sido guardar alguna reliquia antes de que se montase todo aquel follón en Jerusalén.
En el año 326 el cristianismo había dejado de ser perseguido, y personajes de las altas esferas políticas mostraban su simpatía por esta religión, tal es el caso de Flavia Julia Helena, o más conocida como santa Elena. La cual como madre del emperador Constantino decidió viajar en ese año de 326 a Tierra Santa, unos dicen que, por motivos devocionales, y otros que para ganarse la fidelidad política de los obispos de las principales ciudades de ese extremo del imperio y construir basílicas para el culto cristiano.
Según la tradición piadosa en ese trajín de alzar muros aquí, cavar cimientos allá, santa Elena se topó con una historia que le contó un judío de los que pasaban por allí. Y es que, para sorpresa de todos los cristianos, los que si sabían dónde estaban algunas reliquias eran los judíos.
Los muy astutos habían previsto el culto que se les podía rendir a tales maderos y por ello decidieron arrojarlos a un pozo junto con las cruces de los dos ladrones con los que crucificaron a Cristo para que hubiese más revoltijo de cruces (hay que tener mala leche…). Providencialmente aquel judío sabía dónde estaba el pozo y como no andaba lejos del monte calvario en el que santa Elena proyectaba una de sus obras… ampliaron el proyecto. Finalmente un 3 de mayo de 326 santa Elena mano a mano con el obispo Macario de Jerusalén descubrieron la cruz de Cristo para regocijo de toda la cristiandad.
¿Por qué Eusebio que era el obispo de una ciudad vecina no se enteró de nada? Sencillamente porque no estuvo listo, y antes que se le ocurriese a él inventarse que en su diócesis santa Elena había encontrado algo de valor, lo hizo Cirilo el sucesor de Macario en Jerusalén, haciendo así que su diócesis fuera una de las más ricas del imperio, gracias a los turistas y el merchandising.
2 comentarios:
Una visión diametralmente opuesta y mucho más documentada que los rancios tópicos anticlericales : Las reliquias como documentos históricos
http://www.linteum.com/reliquias-marco-conceptual-documentos.php
Gracias Alfonso por tu comentario.
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