sábado, 27 de abril de 2019

¿EN QUÉ CREEN LOS ATEOS?

Tomado de elpais.com Babelia, artículo de Juan Arnau Navarro.

La frase “Soy ateo gracias a Dios” se atribuye a Buñuel y tiene las dos cualidades que Sócrates reclamaba para la filosofía: ironía y mayéutica. La primera es evidente, hace sonreír; la segunda arroja luz sobre una idea del pensamiento védico y de místicos cristianos (Böhme, Eckhart): aunque te esfuerces en negarlo, él mismo (o ella misma, si hablamos de la conciencia) hace posible tu negación. Por él hay algo en lugar de nada (Leibniz), por ella es posible el amor intelectual a lo divino (Spinoza), único modo de tocar lo eterno. Pero todas esas son visiones del pasado. Hoy, la forma más genuina de ser religioso es ser ateo (Panikkar).

Un libro reciente, Siete tipos de ateísmo, de John Gray, desgrana el complejo legado de las tradiciones ateas.Resulta difícil definir el ateísmo y condensarlo en una única fórmula. Comparto la antipatía de Gray ante cierto ateísmo opresivo y claustrofóbico que reproduce las manías del monoteísmo. Quizá se deba a que los valores tienen algo de genético y no podemos renunciar del todo a los que hemos heredado o respirado en la infancia, ya sea a favor o en contra.

El último barómetro del CIS señala un porcentaje histórico de no creyentes en España, hasta el 27%, que alcanza casi el 50% en el caso de los jóvenes. Podemos vivir sin iglesias, pero ¿podemos vivir sin religión? Las religiones no son teorías del universo, sino intentos de dar sentido a la experiencia. Si nos atenemos a la etimología, los antropólogos recurrieron al concepto de lo sagrado. La religión no era un asunto de creencias (en un Creador, los milagros o los beneficios de la oración), sino de prácticas sociales. El enfoque que dejó claro que la religión no podían definirla los curas y pasó a considerarse un artefacto cultural con al menos tres elementos: literatura sagrada, comunidad sagrada y prácticas rituales.

Marx considera que la idea de Dios surge en la historia porque la vida está asediada por la miseria, pero ese Dios tiene una naturaleza ilusoria y sólo existe en la mente de sus fieles (no olvidemos que Marx identifica lo real con lo material). Los dioses son siempre locales: de haber nacido en la India, donde lo mental tiene más realidad que lo material, Marx hubiera sido considerado un escritor piadoso. Y en cierto sentido lo fue, no tanto por postular una lógica de la historia que culmina en la revolución (redención), sino porque esa Biblia subterránea de la que habla Bloch, que resurge una y otra vez en Occidente en forma de prefiguración utópica, es un fenómeno mental (o de conciencia política, como se prefiera).

amaba la religión, pero deploraba el monoteísmo beligerante y proselitista, que pretendía imponer su modelo a la diversidad de los pueblos. Si diseccionamos un conjunto cualquiera de valores, enseguida observamos que no siempre son coherentes entre sí. No sólo es imposible que todos los seres humanos vivan de acuerdo con una misma moral, sino que la idea de una moral única está llena de peligros y contradicciones.

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