viernes, 26 de abril de 2019

Y EL HOMBRE CREÓ A DIOS...


Tomado de elpais.com

En la década de 1950, Ginés Morata era un niño aficionado a jugar al fútbol con una pelota de trapo en las calles de su pueblo, Rioja, una pequeña localidad almeriense golpeada por la posguerra y la emigración. Hace dos años, sin embargo, Morata viajó a Londres para firmar, con pompa, boato y tinta indeleble, en un libro inaugurado en 1660, junto a las rúbricas de Charles Darwin, Isaac Newton, Rita Levi-Montalcini y Albert Einstein. Había sido elegido miembro de la institución científica más antigua del mundo, la exclusiva Royal Society del Reino Unido. Y este sábado, con 74 años recién cumplidos, será presentado también como miembro de la prestigiosa Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, en una ceremonia que se celebrará en Washington. Morata y su primer maestro, Antonio García Bellido, son los dos únicos españoles que han sido invitados a los dos templos de la ciencia mundial.

El equipo de Morata acabó iluminando “el conjunto de hechos más sorprendente y enigmático que la genética ha descubierto en toda su historia, porque revela que toda la deslumbrante diversidad animal de este planeta, desde los ácaros de la moqueta hasta los ministros de Cultura pasando por los berberechos y los gusanos que les parasitan, no son más que ajustes menores de un meticuloso plan de diseño que la evolución inventó una sola vez, hace unos 600 millones de años”, según resumió el biólogo y periodista de EL PAÍS Javier Sampedro en su libro Deconstruyendo a Darwin (editorial Crítica).

Morata y sus colegas, en concreto, demostraron que el cuerpo de todos los animales se desarrolla en compartimentos estancos, limitados por fronteras invisibles que las células respetan: por aquí un brazo, por allí una pierna. El ritmo lo marcan una decena de genes denominados Hox, presentes en todos los animales. Y lo más increíble es que estos genes son intercambiables entre especies. “Si haces una mosca mutante sin alas, le puedes introducir un gen humano homólogo y, efectivamente, la mosca desarrollará unas alas”, explica Morata en su laboratorio del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CSIC), en Madrid, rodeado por botes con millones de moscas de la fruta, los animales a los que ha dedicado toda su vida científica.

Pregunta. En su libro Deconstruyendo a Darwin, el periodista y biólogo Javier Sampedro, que trabajó con usted en la década de 1980, decía que Darwin mató a Dios. ¿Lo comparte?

Respuesta. Es una forma de verlo. Dios es una creación humana. Dios no nos ha creado a nosotros: los humanos hemos creado a Dios. Darwin te hace ver que muchos de los atributos que tú dabas a Dios no eran de Dios, sino que es una cosa mucho más simple. En ese sentido, lo mata. No sé si yo utilizaría esa expresión pero, efectivamente, uno de los grandes logros de Dios era hacer no sé cuántos millones de especies en siete días. Pues es que no tiene nada que ver.

No hay comentarios: