Los maristas de España se enfrentan a la investigación más grande de casos de abusos en su historia. Es, de hecho, la orden religiosa con más acusaciones conocidas en los últimos años, contra un total de 107 religiosos y algunos seglares en 31 colegios. Es la cifra que arroja la contabilidad de este periódico. Más de la mitad han surgido desde el pasado verano, cuando EL PAÍS destapó 23 casos, y otros 24 forman parte del dosier que este diario entregó en diciembre al papa Francisco y al presidente de la Conferencia Episcopal Española, Juan José Omella. En total, en el informe aparecen 40 nuevas denuncias de abusos en 19 colegios maristas desde los años cuarenta hasta 2010. Más de dos tercios de los casos tuvieron lugar tras la llegada de la democracia.
Los patrones de testimonios anteriores se repiten. Entrenadores de deporte, profesores que tocan a toda la clase y eligen a los más frágiles, comportamientos que son un secreto a voces, religiosos que un día desaparecen de un colegio y simplemente son trasladados a otro. Son episodios que marcaron toda la vida a quienes los relatan y en muchos casos todavía hoy sufren las secuelas. Algunos centros concentran varias denuncias, como colegios de Madrid, Valladolid, León y Galicia.
Los maristas están investigando todos los casos, aunque apenas dan información del proceso, ni detalles que permitan saber más de cada acusado. Tampoco aclaran si darán a conocer los resultados de este trabajo. La Iglesia española se niega a crear una comisión de investigación independiente sobre la pederastia y hasta 70 entidades distintas, entre diócesis y órdenes, están investigando, cada una por su lado y con distinta voluntad, las acusaciones del informe. Dentro de esta dispersión y confusión del proceso, cada una de las cuatro provincias maristas investiga sus casos con criterios propios, y también rechazan unificar los trámites.
Entre los acusados está el hermano A. A., que ha ocupado altos cargos en los maristas. Es acusado por una antigua alumna de tocamientos constantes en el colegio San José del Parque, en Madrid, entre los años ochenta y noventa. “El hermano A., conocido como Sobosio, porque sobaba a todos, tanto a niños como niñas, era el profesor de religión en EGB, y también fue responsable del grupo pastoral y de los grupos de GVC, grupos de vida cristiana, una especie de scouts.
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