jueves, 15 de diciembre de 2022

EL VALLE DE LOS PEDERASTAS

Tomado de elpais.com
 
Dos antiguos alumnos del internado de la escolanía del Valle de los Caídos, ahora llamado Cuelgamuros, en Madrid, se han sumado a las denuncias de pederastia contra seis monjes de la abadía en los años sesenta y setenta publicadas por EL PAÍS. Acusan al mismo religioso, uno de los que ya aparecía en la primera información. Estaba identificado con iniciales como T. B., pues quien le señalaba por abusos en 1970 prefería el anonimato. Ahora, otros dos internos de aquella época, aunque de años anteriores, no dudan en identificarse y acusarle con nombre y apellidos. Juan Manuel Barahona Quintana, que estuvo en el internado solo un año, en el curso 1966-1967, y Carlos Pedro Martínez Martínez, que hizo dos cursos, de 1965 a 1967, acusan también de abusos en 1966 a Tirso Blanco, a quien afirman reconocer sin ninguna duda en la fotografía que encabeza este artículo. Por tanto, las acusaciones de abusos contra él abarcan al menos cuatro años, de 1966 a 1970. Este monje, ordenado en 1961 en el Valle de los Caídos, estuvo hasta 1975 en la abadía, un periodo en el que pasaron cientos de menores por el internado, que aún sigue abierto a día de hoy. Barahona y Martínez lo han denunciado a la comisión de investigación de la pederastia en el clero del Defensor del Pueblo.

Actualmente Tirso Blanco tiene 86 años y es el sacerdote que este periódico localizó en una iglesia de Madrid y cuyas declaraciones aparecían en ese primer artículo. “No tengo ni idea de lo que me habla”, fue su respuesta, tras negar las acusaciones. Este fraile dejó la abadía en 1975, se pasó al clero diocesano y ha sido párroco en la comunidad de Madrid durante los últimos 47 años: en las localidades de Galapagar y Cercedilla hasta 2003 y, desde entonces, en Collado-Villalba. Está jubilado desde 2013, pero sigue adscrito a una parroquia de esta localidad. Este diario incluyó su nombre en el primer informe sobre pederastia en el clero que entregó en diciembre de 2021 al Papa y a la Conferencia Episcopal, pero un año después nadie ha tomado ninguna medida y ni siquiera le ha interrogado para saber si admitía o negaba las acusaciones, según señaló él mismo.

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