El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, líder religioso y principal gestor de la Iglesia anglicana (por encima de él solo está el rey Carlos III como “gobernador supremo”), se ha visto obligado a renunciar por un escándalo de abusos sexuales de menores cometidos en “campamentos cristianos” del Reino Unido, Zimbabue y Sudáfrica , y que se remonta a los años setenta y ochenta.
Unos 130 niños de diversas nacionalidades fueron torturados física, sexual y psicológicamente hasta el punto de la saña y el masoquismo por John Smyth, un abogado y cristiano evangélico ya fallecido que no era sacerdote, pero estaba estrechamente vinculada a la Iglesia de Inglaterra, y dirigía la institución que organizaba esas colonias religiosas. Justin Welby coincidió con él en varias de ellas, antes de su ascenso en el escalafón eclesiástico hasta llegar a arzobispo de Canterbury.
En su carta de dimisión, Welby admite que en el 2013 tuvo conocimiento de la existencia del informe y de las acusaciones contra Smyth (con quien había seguido intercambiando felicitaciones por Navidad), pero no hizo nada al respecto, dando por hecho que la policía ya estaba al tanto e intervendría si lo consideraba necesario.
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