martes, 5 de noviembre de 2024

TRUMP Y LOS EVANGÉLICOS


Mucha gente se pregunta cómo es posible que un candidato tan controvertido como el multimillonario Donald Trump tenga tantas opciones de llegar a la Casa Blanca. La respuesta no es simple. Uno de los factores que ha influido en su éxito es el apoyo de los grupos evangélicos, que le consideran el tipo duro que supuestamente necesita el país. Desde esta óptica, su escasa moralidad privada, que se ha reflejado en sus escándalos sexuales, viene a ser una cuestión sin verdadera importancia.

Desde el punto de vista de los evangélicos, el presidente de Estados Unidos ha de ser un hombre fuerte que defienda a los ciudadanos de los malhechores. Trump, por otra parte, ha tenido la habilidad de presentarse como protector del cristianismo, por más que en Estados Unidos las Iglesias estén separadas del Estado.

En 2016, en su primera campaña como candidato a la presidencia, el republicano era consciente, además, de que un discurso en favor del Ejército convencería a sus votantes evangélicos. Por eso no dudó en denunciar la supuesta falta de preparación de las fuerzas armadas. Sabía que presentándose ante la opinión pública como un guerrero, como un admirador del general Patton y del general MacArthur, atraería el voto conservador. Para eso, tuvo que pasar por alto algunos detalles incómodos, como que en su juventud, a la hora de hacer el servicio militar, hubiera pedido prórrogas.

Kristin Kobes Du Mez, en Jesús y John Wayne (Capitán Swing, 2022), señala que el apoyo de los evangélicos a Trump parecía crecer a medida que este se envalentonaba. Se daba con ello un fenómeno muy llamativo: unas gentes que defendían valores familiares respaldaban a un divorciado que se manifestaba en términos impúdicos y groseros. A primera vista, el multimillonario representaba todo lo contrario de lo que pudieran encarnar líderes religiosos de cualquier tendencia.

Muchos evangélicos, pertenecientes a las clases medias acomodadas, temían perder su estatus. En esta particular visión del mundo, eran los blancos los que estaban discriminados frente a los negros, no al revés. También aseguraban que los cristianos se veían postergados respecto a los musulmanes y los hombres respecto a las mujeres. El suyo era, por tanto, un discurso victimista que encontraba poco respaldo en los datos de la realidad. Esto era así en 2016 y sigue siendo el caso en 2024.

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