España ha dado el paso definitivo para que la eutanasia sea una realidad. El Congreso ha aprobado este jueves la ley procedente del Senado y ha superado el último escalón para convertir a nuestro país en el séptimo del mundo que la regula, el cuarto en Europa. Los demás son Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Canadá, Colombia y Nueva Zelanda, cuya ley se prevé que entre en vigor en noviembre. Otro grupo de países –Suiza, algunos estados de Estados Unidos y dos de Australia– permite el suicidio asistido, es decir que una persona termine con su vida con la asistencia de un médico, que le proporciona los medios necesarios. Se diferencia de la eutanasia en quién realiza la acción: en esta es el médico el que pone fin a la vida del paciente a petición de este. La ley española, que previsiblemente entrará en vigor en tres meses, se refiere a ambos supuestos.
Derecho a Morir Dignamente, la asociación que en España lleva décadas empujando por la regulación de la eutanasia, explica que la experiencia en el resto "demuestra que es posible regularla con seguridad y lograr que la ciudadanía pueda decidir en libertad sobre su propio final". Todas las legislaciones son similares, aunque la española es especialmente garantista, pero difieren en algunos puntos: constituyen comisiones de evaluación, pero de los países europeos, solo en España tendrá una función de verificación previa de las solicitudes. En todas partes las peticiones debe contar con el visto bueno de al menos dos médicos, que deben asegurarse de que la persona conoce las alternativas.
Tal y como deberá hacer el Ministerio de Sanidad en España, la mayor parte de comisiones en el resto de países realizan informes anuales de evaluación de la práctica. Los últimos publicados en otros países revelan datos interesantes: en 2019, se produjeron en Holanda 6.361 muertes por suicidio asistido (el 4,1% del total), mientras que en Canadá, donde la ley es más reciente, se practicaron 5.631 eutanasias (un 2%). En ambos países y Bélgica, la mayor parte de pacientes que lo solicitan son enfermos de cáncer incurable: del 64% de Bélgica y Holanda al 67% de Canadá. En este último le siguen las enfermedades respiratorias (10,8%), neurológicas (10,4%) y cardiovasculares (10,1%).
Hay diferencias entre las legislaciones sobre uno de los puntos de gran controversia y que ha causado debate por algunos casos concretos: las personas con enfermedades mentales. En Bélgica u Holanda es posible que, si cumplen los requisitos, puedan solicitar el suicidio asistido –según los últimos informes, fueron el motivo en el 0,9% de los casos en el primero y el 1,06% el segundo–. Con todo, la evaluación belga revela que en la gran mayoría de los casos (87,3%) "el médico consideró que la muerte del paciente era previsible a corto plazo". Esto es algo que estipulan otras regulaciones como criterio. En los estados de EEUU y Australia que tienen ley de suicidio asistido, el pronóstico de vida debe ser de medio año y la norma española dicta que la persona debe tener un "pronóstico de vida limitado".
Otra de las cuestiones que más debate generan es la de la edad: Holanda, Bélgica y Colombia son los que permiten la eutanasia en menores de edad bajo determinadas condiciones. El resto, también la ley española, a partir de los 18 años. Ha habido casos de menores en los dos primeros países, pero Bélgica no reporta ninguno en sus últimos informes. Y la mayor proporción de casos en los tres países se da entre mayores de 70 años, pero también entre los 60 y 70. Por género, el reparto es similar, ligeramente superior en hombres: en Canadá, los solicitantes, según el último informe, fueron un 50,9%, mientras que ellas fueron el 49,1%.
N.R. A la caverna, a (A)Polonia, al PP, a Vox, a la Conferencia Episcopal, a los meapilas, etc les informo que, lejos de sus burdas mentiras, esta es una ley necesaria, tal vez demasiado garantista, pero bueno. Lo que no tiene sentido es escuchar sus mentiras sobre el genocidio, los nazis, la cultura de la muerte y otras imbecilidades que nos tenemos que tragar de sus tan jibarizados cerebros. Si su cultura, si sus dogmas, si su religión, si su conciencia, si su moral, si su ética, si sus miedos les hacen estar en contra, no se preocupen; la ley no les obliga a nada, pueden seguir muriendo como quieran, con sufrimiento o sin él. De la misma manera que nadie les obliga a divorciarse o a abortar. Son derechos, DERECHOS de la ciudadanía y no obligaciones. Por cierto Abascal, que está divorciado, ¿es apto para dirigir (según ustedes) un partido de corte meapilista?.
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