domingo, 21 de marzo de 2021

LOS NEGACIONISTAS TAMBIÉN MUEREN

Tomado de lavanguardia.com
 
Desde casi el inicio de la pandemia, Tanzania se ha erigido en el país negacionista de África. Mientras el resto del continente implementó medidas de protección rápidas y exigentes, con confinamientos estrictos y cierre de fronteras tras apenas una decena de positivos, el país del este africano inició pronto una deriva sin frenos: en mayo del año pasado dejó de contabilizar los casos —las cifras se congelaron en 509 positivos y 21 fallecidos, mientras la vecina Kenia, con menos población, registra 116.000 casos y casi 2.000 muertos—, expulsó a los responsables de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y rechazó el uso de las mascarillas y descartó confinar a la población.

Su presidente John Magufuli, fallecido a los 61 años la semana pasada (a causa de problemas cardíacos según el Gobierno, enfermo de covid según la oposición), extendió la deriva autoritaria de su Gobierno, que persigue a la disidencia y amordaza a la prensa libre, a cualquier asunto relacionado con la pandemia. Tras ordenar que solo cuatro personas del gobierno podían hablar del virus, nadie más, decretó varios días de rezos nacionales y declaró al país libre de covid por intervención divina. “Hemos estado rezando y ayunado para que Dios nos salve de la pandemia que ha afligido a nuestra nación y el mundo, pero Él nos ha respondido —dijo el político el pasado junio—. Estoy convencido, y sé que muchos tanzanos también lo creen, que la enfermedad ha sido eliminada por el Señor”. Fue incluso más allá. El mes pasado, ordenó a la responsable de sanidad que rechazara las vacunas. “No funcionan”, exclamó. El dogma de fe, con tintes surrealistas oculta un reverso siniestro: como las autoridades persiguen a quienes contradicen la versión oficial, con castigos a médicos y sanitarios que diagnostican positivos de covid, el miedo se ha contagiado entre la población. Hoy casi nadie osa hablar abiertamente de la pandemia y Tanzania es un país con dos virus: el de la covid y el de los susurros.

Además, de suspender licencias de medios de comunicación o detener a periodistas por su cobertura de la pandemia, el gobierno tanzano ha llevado el control social hasta límites grotescos. En enero, el Colegio Internacional de la ciudad de Moshi se vio obligado a retractarse después de enviar a sus alumnos a casa tras detectar un positivo entre sus alumnos. Una visita de las autoridades regionales hizo cambiar de opinión a la dirección del centro, que reabrió las aulas y lamentó “la circulación de información falsa”.

Para algunos, la muerte de Magufuli es una oportunidad para virar el rumbo. Tras el nombramiento el viernes de su sucesora, la vicepresidenta Samia Suluhu Hassan, el director de la OMS, el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, se apresuró a pedir colaboración a la nueva lideresa. “Espero que trabajemos pronto para mantener a salvo a la gente de la covid y conseguir una Tanzania más sana”. Antes, la organización había suplicado al gobierno que permitiera la distribución de vacunas.

1 comentario:

Juan Moreu dijo...

No será verdad que el Miguel Bose deja México y se va a Tanzania..