Artículo de NAZANÍN ARMANIAN tomado de publico.es clic en el enlace para leer el artículo completo.
Mientras el avión del Papa Francisco y su sequito, escoltado por las cazas estadounidenses, aterrizaba en el aeropuerto de Bagdad, cientos de familias cristianas del norte de Iraq huían con lo puesto y en el frío invernal de los bombardeos del miembro de la OTAN, Turquía, que un día sí y otro también ataca los refugios de la guerrilla kurda del PKK en el Kurdistán iraquí, riéndose del "Irak soberano".
Para empezar, aclaro que aquí tratamos al Pontífice, no "como peregrino penitente" ni como "persona física", sino la máxima autoridad del Vaticano, institución convertida en uno de los poderes blandos más fundamentales de la política exterior de EEUU para la conquista de nuevos espacios o consolidar su posición en cualquier punto del planeta. Y es justamente esta función de la Santa Sede lo que inquieta la visita de Francisco al corazón de Oriente Próximo, Irak.
El uso de la religión como arma por el colonialismo y el imperialismo contra a sus adversarios y rivales se intensificó a finales de los setenta cuando EEUU, tras perder las guerras de Corea y Vietnam, vio cómo las fuerzas de izquierda tomaban el poder en Nicaragua, Granada y Afganistán, mientras en Irán, vecino de la Unión Soviética, el Sha era derrocado por una revolución espontánea y democrática. Por lo que, decide potenciar la extrema derecha judía, cristiana e islámica contra los "Rojos y Ateos": En 1978, Washington realiza tres movimientos en los países con frontera con la URSS: 1) Manda a decenas de miles de terroristas "yihadistas" desde Pakistán a Afganistán para derrocar a su gobierno socialista; 2) traslada a ayatolá Jomeini de Irak a Francia para firma un pacto: él abortará la revolución y perseguirá a los comunistas a cambio de cumplir su sueño: instaurar el gobierno de Mahoma en Irán; 3) patrocina en Polonia al ultra católico Lech Walesa para desmantelar el socialismo en la eslabón más débil del espacio soviético y habrá un cuarto movimiento: convierte en el Papa al cardenal polaco-antisoviético Karol Wojtyła, para que cumpla con dos misiones: destruir el socialismo en Europa Este y acabar con la Teología Cristiana de Liberación en América latina. La Santa Alianza de EEUU con el fascismo religioso aun hoy goza de una magnífica salud.
Hoy se reanuda esta Luna de Miel entre Washington y el Vaticano, después de cuatro años de del asilacionismo gestionado por Donald Trump. Joe Biden, un practicante del catolicismo romano que ha colgado la foto de Francisco en el Despacho Oval felicitó al Papa por su visita a Iraq, país que él mismo apoyó su destrucción por George Bush cuando fue senador, al que siguió lanzando bombas sobre su gente cuando hizo de vicepresidente de Obama.
Los iraquíes, en realidad, esperaban la visita del Papa del Vaticano en 2003 y como un "escudo humano" ante el anuncio de Bush de sepultar el país y su gente bajo un manto de bombas, sangre y cenizas en nombre de Jesús (había dicho "Y Dios me dijo: George, pon fin a la tiranía en Irak, y yo lo hice").
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